A pesar de negarlo ante los medios de comunicación, hoy el cementerio privado Memorial de Pilar debió confirmar ante la Justicia que
el cuerpo del dictador está enterrado en una de sus parcelas. Hacia el mediodía aportó los datos acerca de la localización para que sean incorporados al expediente. Fuentes judiciales no quisieron dar precisiones sobre la ubicación exacta del cuerpo, por tratarse de información vinculada a la causa a la que sólo pueden acceder las partes.
Ayer por la tarde, cuatro horas después que Pedro, uno de los hijos de Videla, se acercara al juzgado a presentar la licencia que autorizó el traslado de los restos al Memorial de Pilar, un cronista de Infojus Noticias recorrió el cementerio privado que, bajo la lluvia, lucía desierto.
-Nosotros no sabemos si Videla está enterrado acá- dijeron tres hombres que acababan de estacionar una camioneta. Estaban en el área de mantenimiento, al fondo del cementerio.
Los martes, los trabajadores del Memorial retiran las flores de las tumbas. El cementerio ofrece arcadas señoriales, una capilla antigua, obras de arte, cómodas salas de estar, helipuerto y transportes eléctricos. En su página web se anuncian parcelas de 2,20 de largo, 1 metro de ancho y 2 de profundidad. A algunas de ellas fueron a parar varios militares que ocuparon puestos centrales en la dictadura militar, como José Alfredo Martínez de Hoz y Eduardo Emilio Massera, enterrado allí hace dos años con sigilo y sin honores.
El entierro del cadáver Videla creció como un enigma incluso para los empleados de esta necrópolis. Al salir de su trabajo, cerca de una de las puertas laterales, un empleado dio dos pasos hacia un costado, miró alrededor con sigilo, y contó:
-Se dijo que iba a venir acá. Pero a nosotros no nos avisaron nada. El jueves a la madrugada dijeron que traían el cuerpo del boxeador Gatica, desde otro cementerio. Muchos dicen que de madrugada se lo llevaron a San Luis.
Cuando la recorrida para dar con la tumba parecía llegar a su fin, un periodista de un medio local arriesgó la posible ubicación del cuerpo. Las coordenadas se las había transmitido un empleado del cementerio. En el lugar solo había una tumba sin nombre. La de alguien que no tuvo tiempo de tenerla. O que preferiría no ser encontrado.