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5-6-2013|18:05|Lesa Humanidad Nacionales
También declararon hermanos de desaparecidos

ESMA: dos hermanas que estuvieron cautivas hablan por primera vez

Las hermanas Norma y Adriana Suzal estuvieron secuestradas en la ESMA en octubre de 1976. Hoy declararon en la megacausa a cargo del Tribunal Oral Federal N°5. Es la primera vez que cuentan su caso en un juicio. En la causa se juzga a 66 imputados por delitos

  • Télam
Por: Natalia Biazzini

Norma Suzal cursaba quinto año en la escuela Ceferino Namuncurá de Florida. Una patota de la ESMA fue a buscarla con itakas y se la llevaron en un Falcon. En el auto se encontró con su compañera Elizabeth Turrá y Eduardo de Gregory, preceptor desaparecido de su escuela. Estuvo en el centro clandestino del 8 al 12 de octubre del ’76, encapuchada y engrillada, donde le pegaron y la hicieron tocar la picana, aunque no se la aplicaron.

Su hermana Norma había declarado en 2011 pero por otro caso y hoy le tocó hablar de ella misma en la ESMA. Adriana declaró hoy por primera vez. Tenía 19 años y era estudiante de psicología en la UBA cuando se la llevaron a la ESMA. El 7 de octubre del ´76 salía de trabajar de un laboratorio sobre la calle Montevideo 160 de Capital Federal y una patota del Grupo de Tareas la subió a un auto.  

Le pidieron que identificara a su novio, Ricardo Domici. Él era maestro en el Namuncurá y estudiaba psicología en la Universidad de Belgrano. “Fuimos a buscarlo y tenía miedo de no verlo y de verlo”. 

“Entre interrogatorio e interrogatorio estábamos tirados en colchonetas, se escuchaba música muy alta todo el tiempo, intermitentemente sonaba una sirena, se escuchaban ruidos de cadenas y gente caminando con grillos en los pies, la luz estaba encendida permanentemente y en algún momento me trajeron algo de comer, como un sándwich de carne que no lo comí y una taza de algo caliente”.

“Después en una habitación me quitaron la capucha y vi a Ricardo. Abrieron la puerta y la llevaron a Norma que gritaba y ahí se dio cuenta de que también la habían ido a buscar. Estuve acostada en la colchoneta al lado de mi hermana, no podíamos hablar pero sabíamos que estábamos al lado, cerca, juntas. No podíamos hablar ni tocarnos”.

En sus palabras finales, Adriana, que es psicóloga, dijo al Tribunal: “Quiero decir que me ha sido muy difícil hablar de esto. El silencio es sumamente opresivo. No lo hemos podido hablar en la familia. Yo fui una de las que menos ha podido hablar. Recuerdo el temor de mi papá cuando salíamos o nos movíamos posteriormente a los secuestros”.

“Tampoco he podido por mucho tiempo hablar con mis hijos sin saber muy bien cómo contar este horror, también como para protegerlos, yo he recordado hasta hace pocos años todos los días de mi vida alguna sensación de este momento tan traumático que viví”.

También declararon José Enrique y María Celeste Ravignani. Sus hermanos María Teresa y Pablo están desaparecidos y por distintos testimonios se supo que estuvieron cautivos en la ESMA. María Teresa tenía 23 años y estaba embarazada de dos meses. Su marido, Ricardo Manuele, también está desaparecido. Militaban en Montoneros. “Pablo era estudiante de agronomía y no militaba en ningún partido político pero alojó en su casa a María Teresa y Ricardo. Sus amigos me dijeron que con Pablo se habían equivocado”. José Enrique relató que una vez había ido a la casa de María Celeste: “Había una chica, que no recuerdo el nombre, que salía con uno de los imputados – en la sala se hizo un silencio absoluto-. Su nombre era Ricardo Cavallo”. José Enrique pronunció el apellido dos veces porque primero lo dijo como el nombre del animal y luego rectificó. A Cavallo, presente en la audiencia, no le tembló un músculo ni se dignó a mirar el testigo. 

José Ravignani, padre de los cuatro hermanos, también estuvo secuestrado unas horas en la ESMA, lo habían dejado encontrarse con su hija María Teresa. Se abrazaron por última vez y hablaron algunas palabras. Nunca más supieron nada de ella. 

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