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Con dos imputados ausentes por problemas de salud, continúa hoy el juicio por crímenes de lesa humanidad en Monte Peloni. El caso de la sobreviviente Araceli Gutiérrez será el eje de la audiencia.
El ex general Aníbal Ignacio Verdura, principal imputado en la causa Monte Peloni, no estará en la audiencia de hoy: fue internado a causa de una descompensación severa. Tampoco el ex sargento Omar “El Pájaro” Ferreyra, que está en el hospital con un diagnóstico grave desde el miércoles. Así, a una semana de haber comenzado el juicio, de los cuatro imputado, solo dos asistirán a la sala. En la audiencia de hoy, que comenzará a las 14, está previsto que declaren cuatro testigos, con eje en la historia del cautiverio de Araceli Gutiérrez, una de las sobrevivientes de Monte Peloni. Ella será la primera en dar testimonio.
Según confirmaron desde el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata a Infojus Noticias la situación procesal de Verdura y de Ferreyra no se modificará. Podrán no asistir a las audiencias, en las que serán representados por la defensora oficial Marisa Labattaglia. El proceso seguirá normalmente y de ser necesaria la presencia de alguno de los dos se evaluará en ese momento.
En la audiencia del miércoles –la primera en la que se pudieron escuchar los testimonios de víctimas y familiares– Ferreyra se descompuso y tuvo que ser internado en el Hospital Municipal de Olavarría, donde se le diagnosticó una grave enfermedad.
A lo largo de las tres primeras audiencias, Verdura se mostró parco, encorvado, siempre cerca de su bastón por si tenía que levantarse para ir al baño. Su andar cansino, de 82 años, contrastaba con la historia de terror que carga sobre las espaldas. Verdura llegó a juicio por ser el hombre que jugó a ser Dios en Olavarría. Más allá de su cargo como jefe del área 124, desde octubre de 1975 su verdadero poder residía en el apoyo social y político que supo construir entre los representantes de las “fuerzas vivas” de la zona. Para los olavarrienses, Verdura era algo así como un el dueño de la comarca. El hombre con el poder suficiente como para definir sobre la vida y la muerte de aquellos que el poder consideraba “subversivos”.
En las declaraciones del último miércoles su apellido sonó tantas veces que difícilmente su defensora pueda despegarlo de lo que se le imputa. Él es el único de los cuatro exmilitares sentados en el banquillo imputado por los asesinatos de Jorge Oscar “Bombita” Fernández y Alfredo Maccarini. También deberá responder por los secuestros y torturas de las otras víctimas que se ventilan en este juicio histórico para Olavarría.
Carmelo Vinci dijo en su declaración que su madre se entrevistó con Verdura y que él primero dijo no saber nada sobre su paradero, pero que en otro encuentro le dijo que “estaba bien”, admitiendo así conocer la situación de Vinci. Otros que se vieron con Verdura fueron los familiares de Jorge Oscar Fernández. Primero, una de sus hermanas fue citada por el militar a su propia casa y ahí el entonces teniente coronel le dijo que consiguiera un ataúd para Jorge Oscar. Ella pidió verlo, quería reconocer el cuerpo de su hermano asesinado en un falso enfrentamiento, pero el mandamás le dijo que eso era imposible, que confiara que “ahí adentro iba a estar el cuerpo de su hermano”.
Después, Mario Fernández, también hermano de Jorge Oscar, se encontró con Verdura en su despacho del Regimiento de Tanques 2. La idea era acordar la entrega del cuerpo. Verdura recibió a Mario detrás de su escritorio, y en presencia de Grosse le dijo que sus hermanos –tanto Jorge Oscar como Osvaldo– estaban “muy comprometidos con el terrorismo y que lo lamentaba pero que no se podía hacer nada”. Entonces, Osvaldo seguía desaparecido.
Verdura egresó del Colegio Militar en 1952, y la dictadura lo encontró teniente coronel en la Guarnición Olavarría, compuesta por el Regimiento de Caballería de Tanques 2 y el Escuadrón de Ingenieros Blindados 1. A fines de 1977 fue ascendido a coronel por su compromiso con la “lucha contra la subversión”. “Vayan a reunirse con Verdura”: dicen era la frase de cabecera de algunos empresarios cuando los trabajadores intentaban organizarse.
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