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El conductor de Radio 10 propuso a sus oyentes hablar sobre “El puto viejo de barrio”. La CHA lo denunció ante la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual. Además de que es un discurso lleno de lugares comunes que atrasa, el programa violó varios artículos de la Ley de Medios.
El comunicador Baby Etchecopar parece confiar en la máxima mediática que señala que para ser tenido en cuenta hay que “ser provocador”, aunque para esto último no se recurra a la originalidad y sí a la discriminación. En esta oportunidad el tema fue “El puto viejo de barrio” y la convocatoria a los oyentes para que digan al aire el combo de señales que transformaron la diferencia en un escrache. ¿Por qué preocupa tanto a Etchecopar y a los oyentes que le siguen el juego (porque muchos llamaron a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) para denunciar lo que estaban escuchando) la diversidad?
El programa sale en Radio 10, de 13 a 15, y se llama “El ángel del mediodía”. En la emisión del 13 de junio, subido a la calesita de los lugares comunes, el tema del día dio lugar a una “significación totalmente negativa y discriminatoria con las que se refirió él y los testimonios a nosotros/as”, como dijo la CHA en la denuncia que presentó ante la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Veinte años antes de que “El ángel de la medianoche” saliera al aire, Etchecopar ya estaba explicado en la idea de “ressentiment”, de Richard Sennett. Según el del sociólogo estadounidense, el resentimiento se monta –y con él Baby– sobre una combinación de deshonra y envidia que sufriría un grupo social que se siente injuriado por otros (el establishment). En esta teoría conspirativa los pobres tienen más atenciones y derechos, y las clases altas se mueven corporativamente: el fiambre de este sándwich cultiva a diario un rencor que encuentra eco en el programa del mediodía del conductor llamado Ángel.
Nada de igualitario hay en el ressentiment, que sospecha de todo. ¿Por qué concentrarse discriminatoriamente en “el puto viejo”? Porque las leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género amplían derechos para un grupo postergado y ahí el resentido agrega: “Y no para la gente como uno”. En el ressentiment la atención va de la política a los políticos, de lo público al espacio íntimo, por eso lo que “siente” el conductor radial se presenta más importante que el cumplimiento de las leyes vigentes. Todo se cubre con un manto de sospecha: el especialista no tiene calle, el que sabe es arrogante. “¿Te creés mejor que yo?”, es la pregunta de fondo que se aferra a expresiones misóginas y homofóbicas como si la discriminación fuera una identidad cultural.
“Reivindicamos que cada persona se pueda expresar de la manera que quiera a cualquier edad y que no hay límite para la mariconería le guste o no a Baby Etchecopar o a cualquier periodista que pretenda restringirnos en nuestros ‘modales’ y quiera uniformarnos con ropa que ellos entienden que deben ser los ‘adecuados’”, continúa el texto de la denuncia de la CHA, firmado por César Cigliutti y Pedro Paradiso Sottile. Y subrayan lo discriminatorio cuando dan un sentido negativo “relacionándolos (tanto a los modales como a la ropa), por ejemplo, a la cobardía, a la traición, al abuso sexual, entre otras cosas”.
Más allá de que Etchecopar atrase en varios frentes, viola la Ley de Medios. El artículo 3 indica los objetivos de la norma: “Promover la protección y salvaguarda de la igualdad entre hombres y mujeres, y el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminación por género u orientación sexual”. Y la programación –como dice el artículo 70– “deberá evitar contenidos que promuevan o inciten tratos discriminatorios basados en la raza, el color, el sexo, la orientación sexual, el idioma, la religión, las opiniones políticas o de cualquier otra índole”.
Paradiso Sottile, secretario y coordinador del Área Jurídica de la CHA, sostiene que más allá de que los artículos de la ley sean claros, “hay algo que podemos llamar ética profesional sobre todo cuando uno ocupa un lugar de mayor responsabilidad como comunicador”, dijo a Infojus Noticias. “No se puede promover ni incitar a tratos discriminatorios y esto, que “hasta hace poco no estaba incluido en una ley, ahora está incorporado a la normativa que, le guste o no le guste, tiene que cumplir”.
El derecho a la libertad de expresión es un derecho relativo para considerar en relación con otros derechos: a no ser discriminado y a la intimidad, por ejemplo. Es difícil creer que haya comunicadores que no estén al tanto de los derechos humanos al resguardo de leyes vigentes. Además, como recuerda la CHA, “los ‘putos viejos de barrio’ son las personas de nuestra comunidad que vivieron la mayor parte de su homosexualidad durante el período más violento y peligroso para nuestra comunidad como fue la última dictadura militar”. Los viejos de hoy caminaron en las marchas del Frente de Liberación Homosexual, se bancaron la persecución militar, que les gritaran “no somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FAR y Montoneros”, o tener que vivir –la mayoría– sin poder mostrar libremente su amor.
En el programa, Etchecopar incitaba a los oyentes a “sacar del clóset al viejo puto del barrio”. Como dice Sottile, “las personas adultas mayores son de una generación que ha vivido un proceso muy fuerte en relación a la visibilidad, la represión, la persecución y el estigma. Ahora estos personajes no solamente se burlan sino que buscan dar visibilidad desde una forma despectiva y con una gran dosis de crueldad”. Además, transgrediendo la ley.
Lo que rescatan desde la CHA es que recibieron muchos llamados y correos electrónicos denunciando “El ángel del mediodía”, por eso no se quedaron en un comunicado sino que decidieron avanzar en la denuncia. La radio por donde el programa se emite también debería “responder, porque tiene que haber una responsabilidad en esa empresa que permite que se sigan replicando estos discursos que incitan a la discriminación contra esos adultos mayores”. Porque no hay que perder de vista que el foco de la violencia de Etchecopar podrían ser nuestros abuelos.
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