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La periodista Florencia Alcaraz analiza las consecuencias y los antecedentes de la publicación de las fotos del cuerpo de Ángeles Rawson. De los mails de Juan Castro a las fotos de Jazmín de Grazia. ¿Qué periodismo estamos haciendo?
Muchos de los que leímos la noticia del crimen de Ángeles tuvimos la obscena imagen mental de cómo la habían encontrado. Diecisiete días después no está claro quién o quienes la mataron. Tampoco cómo y por qué. Son preguntas básicas que no encuentran respuesta. Y, a pesar de la falta de información, el caso tuvo más cobertura mediática que el accidente del Sarmiento y las PASO. Hasta ahora Ángeles ocupó 594 horas de cobertura televisiva. Unos 25 días sin interrupción. Hubo muchos datos falsos, mucho condicional: habrían, indicarían, querrían, pedirían.
Ayer, la imagen que algunos proyectamos el día que se conoció el crimen llegó a la tapa de un diario nacional.
El matutino Muy, del grupo Clarín, publicó tres fotos. Las imágenes no lograron sepultar la sonrisa de Ángeles en la playa, con la remera de rock y los pelos al viento. En las redes sociales, el repudio fue generalizado. #ClarínMUYFaltoDeÉtica y #MuyVerguenzaNacional fueron los hashtags en twitter que marcaron tendencia.
Igual que con la muerte de la modelo Jazmín De Grazia, en febrero de 2012, el morbo agotó la tirada. Aquella vez el diario que publicó imagenes de la chica muerta en la bañera fue Crónica. Se las había vendido la policía. El juez que llevaba la causa denunció la comisión de un delito de acción pública. La familia inició acciones legales contra la publicación. El caso espera un juicio.
El asesinato de Nora Dalmasso en un country de Córdoba en noviembre de 2006 también aportó al capítulo morbo mediático. Meses después del crimen el canal de televisión América difundió imágenes del cuerpo de la mujer de 51 años desnudo y tapado con una frazada. “El camisón de Nora”, era el texto que acompañaba las fotos. El viudo de Dalmasso demandó al canal que fue multado.
No es casual que los casos más resonantes en los que los medios exponen imágenes de cadáveres las víctimas sean mujeres. Aún sin vida somos objeto de mercancía del show mediático. El morbo vende y es la zanahoria que persiguió Muy en detrimento de un tratamiento periodístico responsable. Al igual que el sistema de corte patriarcal, las industrias culturales se consideran dueñas de los cuerpos femeninos como si fueran un territorio de disputa. Mujeres que no pueden decidir sobre sus propios cuerpos y que, tampoco, tienen la oportunidad de elegir sobre cómo son narradas. A los varones, el sistema se ocupa de protegerlos del morbo.
No hay que olvidar, tampoco, que Ángeles tenía 16 años. La intimidad y la vida privada de una niña está siendo vulnerada, contra todos los tratados internacionales a los que adhiere Argentina, al igual que sucedió con la muerte de Candela Sol Rodríguez en 2011.
La información es un derecho. Pero las fotos que publicó el diario del Grupo Clarín no informan, no aportan a la investigación judicial, tampoco contextualizan la violencia contra las mujeres ni dan cuenta de la problematica de femicidio. Solo contribuyen al sensacionalismo y colaboran con el clima social de ansiedad en la resolución del caso. No respetan a la víctima. Simbólicamente, la vuelven a matar. La revictimizan.
El texto que acompaña las imágenes aporta la última pincelada a la obscenidad. "Las dramáticas imágenes exigen cautela y cuidado en el relato”, advierte paradojicamente el periodista Gonzalo Abascal que,con impunidad, firma la nota. Cuando era director de la revista Paparazzi, Abascal fue condenado a una indenmización reparatoria, junto con Luis Ventura y Jorge Rial, por difundir los correos electrónicos de Juan Castro, quien murió en 2004. En la prensa gráfica, en los casos puntuales de violencia de género no hay sanciones previstas de antemano. Existe, todavía, un vacío legal. ¿La posibilidad de un castigo económico pautado pondría freno a la especulación comercial?
En 2003, cuando empecé a estudiar periodismo a unas cuadras de mi casa, en La Matanza, un vecino mató a su novia de 25 años. "Si te vas de acá, salís muerta", le advirtió antes de pegarle un tiro por la espalda. "Crimen pasional: la mató por celos", tituló el diario local. Hoy, diez años después el crimen pasional ha sido enterrado por el concepto de femicidio, un término político y aportado por el campo popular. La cobertura del caso de Ángeles nos hace repensar si avanzamos o retrocedimos.
En lo que respecta a las cuestiones de género, el Estado ha tenido que dar respuesta siempre que hubo demandas de mujeres organizadas. En una década hemos avanzado, lo cual no quita que el show mediático se lleve puesto estos progresos.
En 2009, por ejemplo, se sancionó la Ley 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en los que se desarrollen sus relaciones personales. La legislación definió a la violencia simbólica como uno de los tipos de violencia (además de la física, psicológica, económica) y a la violencia mediática como una de sus formas de manifestación. Ese mismo año también se aprobó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. En el artículo 3 inciso M insta a los medios audiovisuales a no discriminar por género en el tratamiento mediático. En julio de 2011 se da otro avance fundamental que es el Decreto 936 que prohíbe la publicación de avisos de Oferta Sexual en los medios.
“El diario de la calle”, como se autoproclama Muy parece no hacerse eco de la coyuntura en materia de género y comunicación. Así como publica en tapa las fotografías del cuerpo de Ángeles, es una de las publicaciones gráficas que sigue exponiendo los avisos de la oferta sexual. Por eso fue intimado y multado en reiteradas oportunidades.
En el periodismo policial o judicial que intenta tener un enfoque de derechos humanos son fundamentales dos cuestiones: la conciencia de sí y la conciencia del otro. Somos el periodismo que hacemos. El periodismo es ese otro que narramos.
Mientras tanto; otra imagen de la chica de Colegiales nos interpela. Está vestida con un jean tiro alto y una camisa color beige. Tiene el pelo largo y prolijo. Con los brazos hace un gesto que podría reemplazarse por la frase “¿Qué se le va hacer?”. Tenemos la responsabilidad de darle una respuesta a esa Ángeles que nos mira sonriente y hoy no tiene derecho a réplica.
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