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Se trata del hijo apropiado a Ana Rubel y Hugo Alberto Castro, ambos desaparecidos en enero de 1977 en su casa del barrio de Villa Crespo. El chico nació a los siete meses de gestación en las mazmorras de la ESMA. Hoy se conocerán detalles de su historia.
El verano de 1977, para Ana Rubel sería un infierno. Con 27 años y un embarazo de dos meses, la estudiante de Ciencias Económicas, fue secuestrada de su casa de Villa Crespo. Con ella estaba su compañero, Hugo Alberto Castro. Los dos eran militantes de las Fuerzas Armadas de Liberación.
De ellos se sabe que pasó por un centro clandestino de detención del Ejército, pero que fueron trasladados a la ESMA no mucho después. Los testimonios de sobrevivientes del mayor campo de concentración de la Marina cuentan que estuvieron con Ana y que en esas mazmorras, en junio de 1977, parió un chico sietemesino. Un minuto estuvo ese bebé sobre el pecho de su madre hasta que se lo arrancaron para siempre. Un minuto alcanzó para sembrar la duda que tardó 38 años en florecer. Hoy a partir de las 13, la titular de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto dará una conferencia de prensa en que compartirá los por menores de una nueva historia de verdad y justicia.
De Ana y de Hugo no se supo nada más. Sus nombres engrosas las listas de desaparecidos durante la última dictadura cívico militar. Hasta la semana pasada, sus apellidos también formaban parte de otra lista: la de nietos apropiados. Desde el jueves 4 de diciembre, Castro Rubel es el apellido de un hombre de 38 años que gracias a la incansable lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo recuperó su identidad, su pasado, su historia.
En agosto, este hombre se enteró que sus padres de crianza no eran sus padres biológicos. Ese pequeño rayo de luz abrió la semilla sembrada en la oscuridad de la ESMA. No tardó mucho en decidir presentarse en Abuelas. Solo un par de horas después llegó a la casa de Virrey Cevallos, para contar sus dudas. A cambio se llevó un turno para sacarse sangre y la contención necesaria para encarar un camino difícil pero necesario.
Los análisis confirmaron que la duda era certeza. “Hoy es una persona hermosa, que brilla, sana física y psíquicamente. Está tomando esto con una calidez y una calma muy buenas”, contó Claudia Carlotto, directora de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadi).
“Se ha logrado determinar la real identidad del nieto 116 en marco causa 188/2000”, respondieron desde el juzgado federal N°1 de María Romilda Servini de Cubría a Infojus Noticias. “El niño nació en junio de 1977 en la Escuela de Mecánica de la Armada, y el parto habría sido atendido por Jorge Luis Magnacco”, agregaron.
Para que el esperado cotejo de ADN fuera posible, el trabajo de Conadi arrancó en el 2000, cuando todavía no había pistas sobre el destino de ese bebé apropiado. Se necesitaba la sangre de sus abuelos para completar el Banco Nacional de Datos Genéticos. Pero estaban muertos. En agosto de 2005, el juzgado de Servini de Cubría ordenó exhumar a Regina Horowicz y León Rubel, pero la Asociación Israelita de Resistencia, Chaco, respondió que la sepultura de los cementerios judíos es sagrada. Después lo reconsideraron: el Superior Rabinato de la República Argentina le comunicó que como el caso era tan sensible permitían la extracción de ADN sin que manipularan los cadáveres. El 7 de junio de 2006, se hizo la toma de muestras comparativas y se completó el Banco.
Apenas se confirmó se verdadera identidad, el nieto restituido habló con sus tíos por teléfono y conoció personalmente a Alicia Milia, una de las compañera de cautiverio de su madre que la acompañó en el parto y ayudó a que esa criatura de siete meses llegara al mundo en los sótanos de la Escuela de Mecánica de la Armada. A partir de las 13 las Abuelas compartirán más detalles de esta historia en conferencia de prensa desde la sede de la Asociación en Virrey Cevallos al 592.
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