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17-5-2013|17:00|Lesa Humanidad Nacionales
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Repercusiones por la muerte de Videla

Carlotto: "Alivio, y pesar porque no habló"

“Podemos decir que deja la faz de la tierra un genocida. Él y sus compinches idearon un plan de exterminio. Después de 37 años, se seguía jactando de lo que hizo”,

  • Coferencia de prensa tras la muerte de Videla Majo Malvares
Por: Infojus

“La muerte no da alegría y no es nuestra costumbre alegrarnos con la muerte”, dijo  Estela de Carlotto hoy, en referencia a la muerte del genocida Jorge Rafael Videla, a sus 87 años en el penal de Marcos Paz. Fue en la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo,  en una modesta habitación que pasado el mediodía se llenó de periodistas y cámaras de televisión. Representantes de HIJOS y Abuelas rodeaban la mesa con el micrófono.

 
Carlotto fue la última en entrar. Llevaba unos papeles en la mano. Saludó a algunos de los miembros de las organizaciones y se sentó, dispuesta a empezar. Detrás de ella un viejo cartel de la organización pedía: “Mi abuela me está buscando. Ayudála a encontrarme”.
 
“Podemos decir que deja la faz de la tierra un genocida. Él y sus compinches idearon un plan de exterminio. Después de 37 años, se seguía jactando de lo que hizo”, señaló Carlotto. Y agregó: “Estoy hablando por Abuelas. Sentimos alivio y, a la vez, el pesar de que no haya hablado ni haya contribuido a saber dónde están las 30 mil personas desaparecidas y los 400 nietos que buscamos”.
 
Mientras Carlotto hablaba, Horacio Pietragalla, nieto recuperado en 2003, sostenía una tapa del diario Página/12 con una foto de Videla y el título “Ladrones de bebés”. Carlos Pisoni, de HIJOS, seguía atentamente lo que se decía y asentía. La avidez de los periodistas que un rato antes gritaban, gesticulaban y se movían mientras las abuelas miraban desde la mesa el espectáculo, ahora sostenía un silencio tenso. Los camarógrafos, más nerviosos por la transmisión al aire que por comprender el hecho histórico de la muerte de Videla, renegaban contra quien se cruzaba delante de las cámaras.
 
-Lo más probable es que haya quien lo llore. Familiares, amigos, compañeros de armas. Allá ellos y el respeto que merece porque es una cuestión íntima. Pero otra cosa es que salgan a reivindicarlo o decir que fue una víctima, un preso político.
 
El martes pasado declaró, ante el Tribunal Oral Federal N°1, en el juicio que investigaba el Plan Cóndor. Sus últimas líneas de diálogo, rompiendo la estrategia de silencio que se venía dando entre los imputados, fueron para desconocer al tribunal por no pertenecer a la justicia militar. En la sala había un poco más de quince personas.
 
-Este tribunal no es competente y sí lo era el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, mi juez natural. Para entonces, por algunos de los hechos fui sancionado y por otros fui absuelto. A mis subordinados, que los acompañaré, como preso político, hasta que el último de ellos recobre su ansiada libertad.-
 
El secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda había declaró hoy que “el Estado no festeja la muerte sino la Justicia”.
 
- Murió preso – continuó Carlotto -pero sin condena por muchos otros delitos. La sentencia más emblemática fue la del Plan Sistemático para el robo de bebés donde fue condenado a 50 años de cárcel. Pero queda inconclusa la historia de sus condenas.
 
Después aclaró que ningún ciclo se cerraba hoy. “Al contrario, dijo, se abren puertas. Todavía hay muchos militares que juzgar. También civiles. Estamos en una etapa donde queremos una justicia digna y no podemos estar conformes con las piedras que ponen en el camino los propios jueces y fiscales que actúan en las causas.”
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