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Eso declaró a Infojus Noticias Pedro Sandoval Fontana, nieto apropiado, al terminar la primera audiencia donde se juzga a Adolfo Osvaldo Porcel, acusado de fraguar un allanamiento en el que se intentaba obtener material genética para la restitución de la identidad de Sandoval.
“Porcel tiene que hacerse cargo de lo que hizo: él estuvo en ese allanamiento fraguado, fraguado por mí, por mi apropiador y por él”. La frase se la dijo a Infojus Noticias de Pedro Sandoval Fontana, nieto apropiado durante la última dictadura cívico militar, al terminar la primera audiencia del juicio que se le sigue al ex subcomisario de la Policía Federal, Adolfo Osvaldo Porcel, acusado de manipular el allanamiento en el que se intentaba obtener material genético para restituir su identidad. Por la ausencia de dos testigos fundamentales el Tribunal Oral Federal 5 de San Martín pasó a un cuarto intermedio hasta el 9 de diciembre a las 10 de la mañana. Ese día se sabrá la sentencia.
La audiencia comenzó poco después de las 9.30. La pequeña sala de Intendente Ballester al 3800, en San Martín, tenía poco lugar para el público. Igual, una mujer sostenía la foto de Liliana Clelia Fontana Deharbe y de Pedro Fabián Sandoval. Ellos eran los verdaderos padres de Pedro. Los dos siguen desaparecidos.
El fiscal Carlos Cearras leyó el auto de elevación a juicio en el que se lo acusa a Porcel de encubrir al ex agente de inteligencia de la Gendarmería Nacional Víctor Rei, apropiador de Pedro Sandoval Fontana. Según la hipótesis, Porcel fue parte de una especie de complot para fraguar el allanamiento ordenado por la Justicia Federal y así evitar que se tomen de forma correcta las muestras genéticas necesaria para el cotejo de ADN del nieto apropiado.
El acusado Adolfo Osvaldo Porcel.
“No sabía lo que era un hijo de desaparecidos”
Alejandro Pedro Sandoval tiene 36 años y hace menos de diez que se llama así. Antes era Alejandro Adrián Rei. Así le habían puesto sus apropiadores: el ex comandante mayor retirado de la Gendarmería Nacional Víctor Rei, y Alicia Beatriz Arteach. Hoy le contó al Tribunal cómo se enteró de que era hijo de desaparecidos y de qué forma fue influenciado por su apropiador para plantar pruebas y fraguar el allanamiento dirigido por Porcel.
“En 2004 mi apropiador me cuenta llorando que no es mi padre biológico, entonces yo pensé que era adoptado. Todo quedó ahí”, explicó Pedro. A poco de eso, se enteró por los diarios que Rei había sido detenido. Su apropiadora le dijo que lo habían llevado a Campo de Mayo. Entonces fue a verlo. “Me dijo que estaba preso por algo político, no me explicó mucho”, contó Pedro y agregó que se sorprendió al verlo: “No estaba preso, tenía celular, computadora, todo”.
A los pocos días, lo llamaron desde el juzgado de María Romilda Servini de Cubría. Pedro fue recibido por el entonces secretario Ricardo Parodi Lescano. “Me explicó lo que estaba pasando y me pidió plata para hacer desaparecer el expediente de mi apropiador”, relató el nieto restituido ante los jueces. “Me siguieron llamando del equipo de la jueza para que me hiciera un ADN, pero lo que menos quería era hacer algo con ellos”, explicó.
No pasó mucho hasta que Pedro recibió otro llamado. Era Rei desde Campo de Mayo. Le pedía que fuera a verlo lo antes posible. Pedro fue. Rei lo esperaba con una bolsa. Adentro: un peine, un cepillo de dientes, una remera y una toalla. “En 48 horas van a allanarte la casa, tomá, vos dale esto a la policía”, le dijo. A Pedro le dio risa y contestó: “Si vamos a hacer las cosas mal, vamos a hacerla por completo”, dijo, antes de agarrar el cepillo de dientes y pasárselo por la boca al perro que su apropiador tenía como mascota.
Efectivamente, dos días después de esa reunión, una comisión de la Policía Federal liderada por Porcel pasó a buscar a Pedro por la panificadora de su suegro de entonces para ir a hacer el allanamiento a su casa. Él no se sorprendió, los estaba esperando. Con su auto guió a los policías y cuando llegó a su casa, los hizo pasar. Mientras su pareja les servía café, él fue a buscar la bolsa con los objetos que le había dado su apropiador. Pedro dijo que se los dio y que Porcel y los otros dos policías los pusieron en unos sobres color madera sin hacer preguntas. “Necesitamos algo más, una sábana”, dijo uno de ellos. Pedro empezó a desarmar la cama. “No, esas no. Danos una de ahí”, dijo Porcel, señalando un armario. Después se fueron, no sin antes disculparse por haberlos molestado.
Para terminar con la farsa hacían falta los testigos. Entonces –relató el nieto recuperado– a Porcel se le ocurrió que podían ser trabajadores de la panificadora donde Pedro trabajaba. Hasta ahí volvieron y el suegro de Pedro llamó a dos operarios para la firma del acta. Uno de ellos es casi analfabeto.
“Yo no sabía lo que era un hijo de un desaparecido, ni un desaparecido, ni qué había pasado en la dictadura”, remarcó Pedro ante el Tribunal, para contextualizar su relato.
La pericia de ADN fue imposible. Entonces la Justicia ordenó un segundo allanamiento. Pedro contó que ese se hizo de madrugada y que participaron los mismos que fueron en el primero. Los peritos de Abuelas de Plaza de Mayo –querellante en esta causa– explicaron en la audiencia que en el cepillo de dientes había por lo menos tres perfiles masculinos. “Las muestras de esos objetos no servían, no se podían utilizar y de hacerlo no podrían haberse considerado válidas”, explicó María Belén Rodríguez Cardoso, bioquímica, directora del Banco de Datos Genético.
Del segundo allanamiento se obtuvo el perfil genético con el que Pedro recuperó su identidad. Sin embargo, para él fue necesario mucho más para entender lo que pasaba. “Lo que me ayudó mucho fueron las Abuelas y principalmente ver el juicio contra mi apropiador. Fue la última venda que me sacaron de los ojos para poder ver toda la realidad. Para mí, hasta ese momento, la Escuela de las Américas era un lugar donde fue a estudiar Economía y en ese juicio me enteré de que fue ahí para aprender a perseguir, secuestrar y torturar gente”, dijo Pedro a Infojus Noticias.
“Esto es una causa política e ideológica”
Nervioso, vestido con jeans, camisa y saco, Porcel –asistido por su abogado Darío Álvarez Maximenco– se sentó ante el micrófono y comenzó a relatar su versión de los hechos. También aceptó responder preguntas. El ex subcomisario de la Policía Federal dijo ante los jueces Alfredo Ruíz Paz, María Claudia Morgese Martín y Marcelo Díaz Cabral, que él no conocía a nadie del entorno de Pedro Sandoval, ni de quien entonces decía ser su padre.
Según el policía, fue su jefe el que lo destinó a realizar el allanamiento en la casa de la calle Ombú, en Don Torcuato, con el fin de obtener elementos para las muestras de ADN. Para eso pasó a buscar por el laboratorio de la policía al auxiliar Alejandro Ladra, que estuvo a cargo de la toma de muestras. Ellos dos, más el chofer, viajaron hasta el domicilio marcado por la jueza Servini de Cubría.
Porcel dijo que llegaron y que después de tocar el timbre, una mujer (Tamara Villa, por entonces pareja de Pedro) abrió la puerta. El imputado dijo que ella estaba sola en la casa, que le leyeron la orden de allanamiento y que los dejó pasar sin problema. Entonces, el perito tomó las muestras: un cepillo de dientes, un peine, una sábana y una toalla. Hicieron el acta, la firmaron dos testigos y se fueron.
Hasta acá el relato del imputado coincide con el del auxiliar Ladra, que fue sobreseído en esta causa y hoy declaró como testigo. Ladra dice que antes de llegar a la casa para el allanamiento hubo varias paradas, que él estima que fueron para buscar testigos, pero no puede confirmarlo porque no los vio.
El relato nervioso de Ladra, poco claro, con más lagunas que certezas, se contradijo con el de Porcel. Dijo que la mujer que atendió la puerta manifestó al verlos: “Los esperábamos ayer”, y que eso le llamó la atención. También le sorprendió encontrar solo un cepillo de dientes en el baño y que no hubiera máquinas de afeitar. Ladra –quien llegó al laboratorio pericial después de que se desarmara la división veterinaria de la Policía– dijo que él no estaba preparado para hacer ese tipo de allanamientos, que era su primera vez en la materia. “No me correspondía estar ahí”, dijo.
La apropiación
Liliana Fontana y Pedro Sandoval fueron secuestrados y desaparecidos el 1 de julio de 1977. Por entonces, Liliana llevaba un embarazo de dos meses y medio. Por lo que se pudo reconstruir, la pareja estuvo secuestrada en el centro clandestino de detención Club Atlético. Funcionó en el viejo edificio de aprovisionamiento de la Policía Federal, en pleno corazón de la Capital. El mismo que soterraron cuando la dictadura emprendió las obras de la Autopista 25 de Mayo. Por ese centro clandestino pasaron varias embarazadas y se comprobó que los bebés nacieron a término y fueron apropiados. Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que en enero de 1978 nació Pedro, el hijo de Liliana y Pedro.
En abril de 2009, el TOF 6 condenó a Rei a 16 años de cárcel por la apropiación del hijo de Liliana y Pedro. Desde 1973 se había desempeñado como jefe de Inteligencia de Gendarmería en Formosa. Fue nombrado miembro honorario de inteligencia del Ejército de los Estados Unidos. En 1977 ocupó el cargo de subjefe de inteligencia a nivel nacional de dicha fuerza. Formó parte del Operativo Independencia de Tucumán junto al represor -ya fallecido- Domingo Antonio Bussi. Bajo el mando del general fallecido Guillermo Suárez Mason, Rei participó de las detenciones ilegales y secuestros en el centro clandestino de Campo de Mayo.
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