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11-7-2013|19:08|Lesa Humanidad Nacionales
Megajuicio por los delitos de lesa humanidad ocurridos en la ESMA

“En nuestra ignorancia teníamos la ilusión de que estuvieran vivos"

Hoy declaró Marta Ocampo Casco de Vázquez, una histórica Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Contó ante el tribunal la historia de María Marta y César, su hija y su yerno, desaparecidos en mayo de 1976. Y relató su reunión con Adolfo Scilingo. Le mostró una foto de su hija y el marino le dijo: "Usted sabe que ella ya no está, pero su nieto sí".

  • Con sus ochenta y tantos años a cuesta, Marta fue hoy a declarar ante el TOF N° 5. Leo Vaca.
  • Leo Vaca.
Por: Natalia Biazzini

“En nuestra ignorancia teníamos la ilusión de que estuvieran vivos. Por ocho años esperé. Ahora pienso: qué tonta fui. O que ceguera de amor de madre”. A paso lento, con sus ochenta y pico de años, Marta Ocampo Casco de Vázquez se acercó al estrado, se sentó con dificultad y les empezó a contar la historia de su hija y su yerno al Tribunal Oral Federal N°5. Es el tercer megajuicio por los delitos de lesa humanidad ocurridos en la ESMA durante la última dictadura militar, donde se juzgan a 66 exmilitares y hay unos 800 testigos. María Marta tenía 23 años y era psicopedagoga cuando fue secuestrada junto a su marido César Lugones, de 28 años en mayo de 1976.

La foto de María Marta fue exhibida en la pantalla central de la sala de audiencia. Unas seis madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora estaban sentadas en primera fila, con sus pañuelos emblemáticos. Dos metros más adelante y separado por un vidrio estaba el represor Ricardo Cavallo, ya condenado en otro juicio de lesa humanidad, también imputado en la causa.

Con su voz grave, Marta Ocampo Casco de Vásquez describió la historia del grupo del Bajo Flores, militantes comprometidos con una realidad social diferente a la suya. Habían formado el movimiento villero de base peronista. Fueron secuestrados a mediados de mayo de 1976. Nueve días después de la caída del grupo, secuestraron a los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics.

“Nunca olvidaré aquella llamada del 15 de mayo de 1976 a las cinco de la mañana”, comenzó Marta. Ella, su marido y su hijo menor estaban viviendo en México. José María Vásquez era diplomático de carrera y el presidente Héctor Cámpora lo había enviado a ese país. “’Mamá: se llevaron a María Marta y a César’, me dijo mi hijo que estaba en Buenos Aires. Yo no sabía qué era eso, qué significaba que ‘se los habían llevado’. Nunca supusimos el horror que venía y que duraría 37 largos años”. Quince días después, Vázquez viajó a la Argentina a buscar a su hija. Pese a los contactos y diversas gestiones, no obtuvo información. Dos meses después volvió a México y en octubre la dictadura lo cesó en funciones junto a los diplomáticos que había puesto Cámpora.

En su búsqueda, la familia Vázquez fue acompañada por la familia de Emilio Mignone, fundador de la APDH y CELS. Mónica Mignone, su hija, fue parte del grupo de desaparecidos del Bajo Flores y era amiga íntima de María Marta. José Vázquez y Emilio Mignone fueron a consultar a un coronel sobre la suerte de sus hijas. “El coronel les dijo que estaban debajo de una mazmorra, que se iban a pudrir ahí abajo y que no iban a salir nunca más. Nos pareció una bestialidad que un militar pensara así”.

Marta también relató al tribunal la visita que le hicieron a monseñor Emilio Graselli, a quien habían conocido años atrás en Chile. “Nos dijo que no tenía nada sobre nuestros hijos, pero agregó que no tengamos muchas esperanzas. ‘Yo sé cómo los tienen’, dijo, dirigiéndose a mí. Él tenía razón. Él sabía”.

La Madre de Plaza de Mayo contó cuando se entrevistó en la Unidad Penal N°9 de La Plata con el ex marino Adolfo Scilingo, que confesó haber sido piloto de los vuelos de la muerte. “Le mostré las fotos de María Marta y de César. Cuando miró la foto de mi hija se puso pálido y me dijo: ‘Usted sabe que ella ya no está, pero su nieto sí’. Yo salí temblando de ese lugar. Cómo era posible que mi hija haya acabado así. Quiero saber quién dio la orden de matarla, quién la ejecutó, dónde están sus restos”.

“Después de un tiempo, ya en libertad, Scilingo vino a mi casa con su esposa. Le pregunté si él había manejado el avión que llevó a mi hija. Su mujer me dijo que no. Scilingo cuando vio la foto de mi hija otra vez se quedó paralizado, dijo que la vio en la ESMA cuando fue a arreglar un ascensor, en diciembre de 1976. En un libro, Scilingo dice que en enero del ‘77 un médico le dijo que María Marta había estado de parto”, agregó Marta.    

“Me creó una confusión tremenda. No sé qué pensar, no sé qué hacer, no sé qué decidir ¿Busco o no busco a mi nieto? Yo sigo adelante con las Madres y con esta juventud maravillosa que nos acompaña”.

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