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Se trata de Marta García de Candeloro. El domingo a la madrugada intentaron romper con un taladro la cerradura de la puerta de su casa, en Mar del Plata. No sólo es una de las principales testigos en su contra, sino que aportó pruebas sobre su incumplimiento de tareas como magistrado. Se alertó al programa de protección de testigos.
Marta García de Candeloro escuchó un ruido raro en la madrugada del domingo. Afinó el oído y sintió como un taladro intentaba perforar la cerradura de la puerta de entrada de su casa, en Mar del Plata. Eran las cuatro de la mañana del domingo. Ella estaba despierta y las luces de su casa encendidas. Según el cronograma de audiencias previsto, debía declarar hoy ante el jury contra el suspendido juez Pedro Federico Hooft. No sólo es una de las principales testigos en su contra, sino que aportó pruebas sobre su incumplimiento de tareas como magistrado.
“Ayer intentaron ingresar al domicilio de Marta García de Candeloro y quiero que quede constancia de eso. Ella debía declarar hoy pero no lo hará porque acaba de ser operada”, denunció el abogado Eduardo Salerno, quien junto con el subsecretario de Derechos Humanos, Luis Alén, integra la acusación contra Hooft, quien podría ser destituido del cargo por complicidad con la última dictadura cívico-militar.
La denuncia de Salerno fue realizada esta mañana, ni bien comenzó la primera jornada del juicio político, que fue impulsado hace siete años. Además, se dio alerta al programa de protección de testigos, según detalló el abogado César Sivo.
“Cuando escuchó el taladro, García de Candeloro activó su alarma y los tipos se fueron. Pero ella alcanzó a escucha la voz de dos hombres. Esto tiene relación directa con la declaración en el jury porque estaba previsto que declarara hoy. Fue un acto para intimidarla”, señaló Sivo a Infojus Noticias.
El próximo miércoles, García de Candeloro seguramente repetirá lo que relató ante la Comisión sobre la Desaparición de Personas (Conadep) en 1985: que Hooft visitó la Comisaría Cuarta, donde estaba detenida luego de haber sido torturada en La Cueva, y que ella lo llamó y él se fue; y que archivó el hábeas corpus por Candeloro antes de recibir la respuesta del Ejército y no lo reabrió cuando Barda le informó que lo habían “abatido”.
“Mientras estuve detenida en la Cuarta, el juez Pedro Hofft hacía sus visitas habituales, cuando llegaba a la celda donde me encontraba y le informan que había había una persona a disposición de las Fuerzas Armadas, se retiraba”, declaró García de Candeloro ante la Conadep el 9 de abril de 1984.
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