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14-5-2014|19:42|Lesa Humanidad Nacionales
Es la primera nieta restituida con métodos alternativos a la extracción de sangre

"Lloraba y decía que podía ser hija de desaparecidos"

Lo declaró Natalia Suárez Nelson al referirse al ex marino Juan Carlos Herzberg, en el juicio por los crímenes de La Cacha. Su testimonio reconstruyó un pedazo de historia argentina: un cantante de tangos apropiador, reuniones secretas con un dictador boliviano, una fuga al Paraguay, y una justicia que tardó dos décadas en devolverle la identidad.

  • Fotos: Sebastián Losada
Por: Laureano Barrera

En su declaración de hoy por los crímenes cometidos en el centro clandestino La Cacha, María Natalia Suárez Nelson recordó a María Elena Corvalán y Mario César Suárez Nelson, sus papás. “Sé muchos detalles por mi familia biológica”, introdujo. “Eran muy jóvenes, idealistas, hacían lo que pensaban que era justo, mamá era veterinaria y los dos cantaban muy bien”. Dijo no entender las “divisiones que hacían en ese momento”, pero sabía que habían militado en Montoneros. “Mi papá hasta tenía un apodo en la organización”, agregó.

En otro tramo de su declaración, volvió a nombrar a su mamá. Pero se refería a otra persona: María Luján Di Mattía, cuyo sobreseimiento fue revocado y podría ser juzgada por su apropiación, un delito que no prescribe

-Yo los llamo padres adoptivos. Otros les dicen apropiadores- aclaró.

Natalia Suárez Nelson subió al estrado a las 12:43 y bajó a las 12:55. En esos doce minutos, habló de su pasado por goteo, con respuestas cortas a las preguntas de las querellas y con precisiones sobre nombres y fechas pedidas por el juez Pablo Jantus.

Apuntó contra Herzberg, y rememoró dos veces en las que el marino le ocultó la verdad. La primera en el año 2000, cuando fue a su casa. “Estaba llorando a mares y me pedía perdón, me dijo que yo podía ser hija de desaparecidos. Le pedí que me dijera todo lo que sabía y contestó que la persona que sabía estaba muerta”, relató. La segunda vez fue ella misma a su departamento de avenida del Libertador a exigir la verdad. El marino la echó sin buenos modales.

El cantor de tangos, el capitán de navío y el general Banzer

Hace treinta cinco años, a Omar Alonso -hoy preso por la apropiación de Natalia- la mayoría lo conocía como Don Omar. De día, era un empresario pujante, con una cadena de negocios de electrodomésticos -fundador de la Cámara Nacional del ramo- y estrechos vínculos comerciales en Estados Unidos, Chile, y Bolivia, gobernada por el dictador Hugo Bánzer. De noche, cantaba tangos en las boîtes de la capital provincial.

Después de conocerse, Alonso y Herzberg hicieron buenos negocios. El 8 de agosto de 1977, como si fuera una mercancía más, el tanguero recibió de manos del capitán de navíoa María Natalia. Ambos sabían la verdad: Suarez Nelson había sido asesinado el 10 de junio en su casa por un comando de la Armada, y Corvalán había sido llevada a La Cacha con siete meses de embarazo. Herzberg dirigía en esa época el Liceo Naval de La Plata,y fue nombrado padrino de bautismo de la criaturarobada en agradecimiento por la gestión. Una costumbre que tenían los entregadores de bebés robados durante la represión ilegal: hoy es una prueba vital en su contra. Natalia llevaba unas horas de nacida, presumiblemente en la cárcel de mujeres de Olmos, que estaba pegada a La Cacha. María Elena había sido amenazada durante su cautiverio con torturas en el vientre, y un guardia le había contado cómo habían matado a su compañero en el operativo de su secuestro.

Al general Banzer le gustaba el tango, y en una de sus cortas visitas a la Argentina, entre 1979 y 1980, fue agasajado con un asado en la quinta que Alonso tenía en City Bell. El anfitrión animó la sobremesa con whisky importado y entonó una pieza arrabalera. Una niñita rubia correteaba entre los comensales. La escena íntima fue relatada por Roger Soruco Torrijos, el hijo del vicecónsul, en el juicio oral de octubre de 2010 por la apropiación de Natalia. Contó que el enlace entre Alonso y el dictador boliviano había sido Eduardo Banzer Ojopi, primo de Hugo y cónsul boliviano en La Plata, que a su vez lo había presentado con Juan Carlos Herzberg.

Laberintos judiciales

La primera denuncia por Natalia llegó a Abuelas de Plaza de Mayo cuando todavía gobernaba la Junta Militar, en 1982. Un vecino contaba de una beba que había llegado una tarde envuelta en un capón militar, a pesar de que Di Mattía nunca había estado embarazada. Dos años después se abrió una causa en la justicia bonaerense. El 16 de septiembre de 1986, día en que se ordenaba su detención, Alonso y su esposa María Luján Di Mattía cruzaron a Uruguay y recalaron en el Paraguay de Alfredo Stroessner, llevándose a Natalia consigo. Ella asistía al Misericordia, un colegio religioso, y contaría muchos años más tarde que dejaron la ciudad de apuro porque “estaba lleno de policías y Alonso decía que lo buscaban a él”.

En Asunción, el comerciante confraternizó con otros prófugos que tenían niños apropiados: Pablo Casariego Tato, apropiado por el mayor Norberto Bianco y Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa, por el policía federal Samuel Miara. La vida no fue un idilio para la pareja de prófugos: Alonso estaba irritable, a veces maltrataba y le pegaba a Di Mattía, y hasta llevó a vivir durante un tiempo a esa casa a su amante, Julia María Alí.

En una de sus frecuentes visitas a La Plata, el 23 de diciembre de 1993, Alonso fue detenido. Dijo que Natalia era su hija y se negó a los exámenes de sangre porque “los sucios y zurdos marxistas” no le ofrecían garantías. Recién en ese momento, Di Mattia le confesó a Natalia que era hija de desaparecidos, que siempre se lo había querido decir pero no lo había hecho por presión de su marido. Le detalló que quien la había entregado había sido su padrino de bautismo, el marino Herzberg. La joven conoció la verdad a los 16 años. Presionada por Alonso, fue emancipada y se casó con un joven paraguayo para eludir los exámenes sanguíneos.

En 1996 fue extraditada Di Mattía. Pero ella y Alonso se negaron a someterse a los análisis y fueron sobreseídos. En una decisión extraña, el juez Juan Carlos Bruni consideró que no estaba probado “el cuerpo del delito”.

Natalia volvió de Paraguay cuando sus apropiadores estaban presos. Fue a visitar a Alonso a la Unidad 9 de La Plata. Le dijo que ya sabía la verdad sobre su origen: el tanguero la cacheteó, le apretó la pierna y le advirtió, con un rigor amenazante, que no hablara nunca más del tema.

En 2003, la justicia federal reabrió la causa y ordenó los exámenes de sangre tan postergados. Se hizo, por primera vez, cotejando su sangre con rastros en objetos personales que se consiguieron en un allanamiento. Fue la primera restitución con ese método. El 1 de julio de 2006 determinaron la verdad de su vida: era hija de María Elena Corvalán y de Mario Suárez Nelson. Todos esos años Herzberg, Alonso y Di Mattía le habían mentido.

En octubre de 2010, durante el juicio por su apropiación, Alonso dijo que el robo de la criatura y el falseo de su pasado y de su identidad, habían sido la consecuencia de un “error” cristiano: “en su afán de ser madre pecamos, aceptando la chica y anotándola como hija propia”. Y acusó al Herzberg de haberlos engañado. A Natalia le fue muy difícil aceptar sus orígenes, pero el juicio le dio claridad. “Alonso es una persona manipuladora y fue un obstáculo para conocer mi verdadera identidad”.

El Tribunal Federal Oral 1 condenó a Alonso y a Herzberg a diez años de cárcel. A fines de 2013, la Cámara de Casación ordenó agravar las penas y revocó el sobreseimiento “prematuro” de Di Mattía.

Más cerca de su familia

Después de dar testimonio, salió por una puerta lateral acompañada de una mujer y un hombre. Aunque prefirió que no le sacaran fotos, aceptó dialogar con Infojus Noticias.

-¿Cómo te sentís después de la declaración?

-Muy bien. Hay nietos que se involucran mucho, yo lo vivo de otra forma, me refugio con mis hijos, mi actual familia.

-Vos ya habías declarado en 2010 y en el Juicio por la Verdad. ¿Fue la misma sensación?

-Esta vez tenía más ganas de declarar porque estaba Herzberg, el principal culpable, que espero que condenen. En el anterior se mezclaban otros afectos.

-El proceso interno de cada nieto en la aceptación de la historia es distinto. ¿Cómo es el tuyo?

-Va y viene. Por momentos me acerco y por otros me alejo.

-¿Cuál estás atravesando ahora?

-De acercamiento.

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