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Hoy se negaron a declarar seis militares de alto rango. En indagatorias anteriores desconocieron la existencia del Plan Cóndor y de las víctimas por las cuales están siendo enjuiciados.
"A pesar de que niego rotundamente las acusaciones, no voy a declarar”, dijo hoy el excoronel Eduardo Samuel De Lío en el juicio del Plan Cóndor. Al igual que él, otros cinco exmilitares argentinos se negaron a prestar indagatoria ante el Tribunal Oral Federal N°1. En anteriores declaraciones ante la Justicia, los seis exjerarcas militares siguieron el mismo libreto. Dijeron no saber nada: ni de la existencia del plan de coordinación represiva por dictaduras latinoamericanas en los años ‘70 y ’80, ni de las víctimas que están mencionadas en los procesos en su contra.
El juicio comenzó el 5 de marzo de este año y son cuatro causas que se tratan en paralelo. Entre los 25 acusados están los genocidas Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Bignone, Santiago Omar Riveros, Luciano Benjamín Menéndez y Antonio Vañek. Los represores son juzgados por 106 casos. La mayoría de las víctimas son uruguayos, pero también hay paraguayos y chilenos. En forma conjunta se lleva adelante en el mismo debate un tramo residual de la causa del centro clandestino Orletti, por otras 67 víctimas.
Al igual que De Lío, de 83 años, el ex general de brigada Jorge Olivera Róvere, los excoroneles Bernardo José Menéndez, Néstor Horacio Falcón y Juan Avelino Rodríguez y el ex oficial del Estado Mayor, José Julio Mazzeo, manifestaron que desconocían los hechos que se les imputan y las víctimas que se mencionan en el proceso.
Rodríguez tiene 84 años. Junto a su abogado siguieron todas las audiencias vía teleconferencia desde Mendoza y hoy se le escuchó la voz por primera vez en el juicio. En los años ‘78 y ‘79 Rodríguez fue director del liceo militar "General Espejo", de Mendoza. Sentado a una mesa grande estilo roble color marrón, Rodríguez dijo que no quería hablar. Después se quejó de que no podía solventar más a un abogado particular y que a partir de la audiencia siguiente lo representaría un defensor oficial. En Comodoro Py el resto de los imputados lo miraban en la pantalla gigante.
Olivera Róvere fue el tercero en pasar al banquillo de los acusados. “No tengo nada que declarar”, dijo de mala manera. El juez le hizo preguntas personales, como a todos: fecha de nacimiento, grado militar y cómo estaba conformada su familia. Olivera Róvere no entendió y quiso levantarse antes de tiempo. Un policía lo volvió a sentar en su lugar. El exmilitar se desempeñó como segundo jefe del Primer Cuerpo de Ejércitodurante el ‘76. Al año siguiente pasó a retiro. En declaraciones indagatorias anteriores -que se leyeron en la audiencia- el exmilitar negó conocer los centros clandestinos "El Atlético" y "Automotores Orletti", situados en la ciudad de Buenos Aires, su propia jurisdicción.
Cuando se promediaba la lectura de indagatoria de Oliver Róvere, su abogado defensor dijo que objetaba la lectura porque no le parecía prudente. Mientras los jueces deliberaban si daban lugar al pedido, algunos imputados aprovecharon para ir al baño o tomar la medicación. Videla hablaba con su abogado defensor agitando las manos con movimientos firmes. Su letrado asentía.
Olivera Róvere y Menéndez –que tampoco quiso declarar ante el juez- fueron condenados a cadena perpetua en 2009 por 116 secuestros y desapariciones, entre ellas la del escritor Haroldo Conti.
El penúltimo en pasar ante los jueces fue Mazzeo. Se desempeñó como ex director de la Escuela Lemos, de suboficiales, en Campo de Mayo. Hoy no declaró, pero antes había dicho que no se sentía responsable del delito por el que lo acusan. Y que las detenciones de la zona las realizaba la comisaría de San Miguel, el partido bonaerense donde está ubicado Campo de Mayo.
Falcón, de 83 años, subió al estrado de traje, con corbata negra y lunares blancos. En 2009 declaró que no tiene nada que ver con los hechos que se le imputan: la desaparición de personas en la localidad bonaerense de Florencio Varela.
Todos los nombrados en sus declaraciones indagatorias negaron conocer la existencia del Plan Cóndor. Falcón fue más allá: dijo que era una fábula de revistas y de dos obras literarias.
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