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En una nueva audiencia del juicio, Walter Romero amplió su acusación para Verdura, Grosse, Leites y Ferreyra. Pidió que sean juzgados por el asesinato de seis de las víctimas. Verdura era el único que estaba imputado por dos de esos hechos. Si el Tribunal acepta el pedido, la pena podría ser perpetua.
Después de una pausa de dos semanas, los últimos testimonios por el juicio de Monte Peloni le dieron un giro al debate. Ayer, un ex soldado –en videoconferencia desde Uruguay– contó detalles escalofriantes del centro clandestino. En tanto, el fiscal federal Walter Romero decidió pedir la ampliación por seis homicidios contra los cuatro imputados, por los seis cautivos que no pasaron por la vieja casona de Sierras Bayas y fueron a la desaparición en La Plata. Las audiencias se retomarán el 11 de noviembre.
El ex general Aníbal Verdura ya no está solo. Ayer, en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Monte Peloni, el fiscal Walter Romero pidió al Tribunal ampliar las imputaciones para los cuatro acusados: “Si son responsables de la privación ilegal de la libertad y los tormentos, también son responsables de las desapariciones y los homicidios”, explicó el representante del Ministerio Público a Infojus Noticias. Con esto, Verdura –hasta el momento único imputado por homicidio en dos hechos–, Walter “Vikingo” Grosse, Omar “Pájaro” Ferreyra y Horacio Leites deberán responder por los asesinatos de Jorge Oscar Fernández, Alfredo Maccarini y los matrimonios de Graciela Follini con Rubén Villeres y Amelia Gutiérrez con Juan Carlos Ledesma.
“Si el Tribunal acepta nuestro pedido será un cambio sustancial en la causa, porque cambia la perspectiva de pena para tres de los imputados”, explicó Romero en referencia a la situación de Grosse, Ferreyra y Leytes quienes estaban acusados por el secuestro y torturas de las más de veinte víctimas que pasaron por Monte Peloni. “Nosotros teníamos previsto acusarlos por homicidio en el segundo tramo de esta causa, la llamada Monte Peloni 2, pero la Cámara Federal de Apelaciones nos dijo que esas imputaciones formaban parte de este cuadro fáctico, por lo que hicimos el pedio en esta audiencia, explicó Romero.
Todos lo sabían
La voz del testigo llegó muy clara a través de la pantalla de televisión, a pesar de la tormenta. La videoconferencia se montó en el consulado argentino en Uruguay, donde vive Hugo Ivaldo. El hombre que había estado destinado al Regimiento 2 de Caballería “Lanceros Gral. Paz” desde 1968 a 1979, mientras estuvo el Teniente Coronel Aníbal Ignacio Verdura, que había tenido que irse del país por haber contado detalles a principios de los ’80, y cuyo relato era muy esperado por las partes del juicio.
El 23 de agosto de 1984, en un juzgado federal de Azul, Ivaldo había revelado detalles escabrosos de la represión en Monte Peloni y en el Regimiento. Contó que a principios de 1977, el jefe le ordenó hacer instalaciones eléctricas del predio conocido como “Monte Peloni”, cerca de Sierras Bayas. “A tal efecto montó un equipo electrógeno, poniendo guirnaldas con focos en la parte exterior del edificio principal y camas con elásticos de alambre en otro más pequeño”, declaró en 1984. Y agregó que “funcionando ya ese sitio como cárcel clandestina de detención y de tortura, se dañó el equipo electrógeno y tuvo que concurrir a arreglarlo a ese lugar, que era custodiado solamente por oficiales y suboficiales y que pudo ver que estaban detenidos allí varios individuos, identificándoselos inmediatamente al soldado conscripto Rubén Horacio Sampini y a Araceli Lilia Gutierrez, alias “La poquito”, que era la única mujer”.
Ahora, aunque no recordó haber declarado entonces, volvió a confirmar haber visto a esos dos secuestrados y los acondicionamientos que hizo con las instalaciones en Monte Peloni. Relató que el lugar estaba preparado para otras cosas, que vio a las camas con elásticos, y que había elementos como esposas y capuchas. “Dijo que lo llevaban en Unimog a Monte Peloni, pero que había una camioneta azul y un Fiat que ya se mencionaron antes”, explicó a esta agencia Carmelo Vinci. Y relató un situación comprometedora que sucedió en el cuartel (Regimiento de Tanques). "Dijo que lo mandaron a preparar un lugar en el sótano del cuartel con tres reflectores y dos timbres, y que la luz tenía que apuntar una silla”.
Castaño, el abogado que suele interrumpir la audiencia con la interposición de infinidad de recursos, quiso poner el dedo en la llaga:
- ¿Usted puede asegurar para que era?
- La luz apuntaba a la altura de los ojos estaban y los timbres estaban cerca de las orejas.
- ¿Pero usted puede asegurar que eran para torturar?- insistió Castaño.
- Y, no creo que hayan sido para entretenerse- ironizó Ivaldo desde la pantalla.
El ex soldado, dio además algunos nombres de la patota: mencionó a dos militares de apellidos Córdoba (capturado hace poquito tiempo en la provincia de Mendoza luego de estar prófugo), y Padilla y al “Pájaro” Ferreyra. “Dijo que era de los que andaba con la Patota”, contó Vinci.
Y dijo algo más: que era vox populi la existencia de Monte Peloni dentro del cuartel, y que los suboficiales y los jefes sabían lo que ocurría allí.
Testigos de la defensa
El lunes y martes los cuatro militares que están en el banquillo convocaron testigos para comprobar su presunta inocencia, y las coartadas quedaron al descubierto. Los testigos de Omar “EL Pájaro” Ferreyra no aportaron demasiado. “Uno era un soldado, chofer del jefe del Regimiento en el año 78, del cuartel, que dijo que no veía cosas extrañas, pero no era el período que se juzga, en el que nosotros estábamos secuestrados”, contó a Infojus Noticias Carmelo Vinci, sobreviviente y testigo, que presenció las audiencias. “Otro era un mecánico del ‘74 y ‘75 asique tampoco coincidía”, agregó. “Y otro que no se acordaba de nada”, dijo Vinci.
Los abogados de la defensa les preguntaron si lo conocían, y los testigos respondieron que no vieron en su camarada ninguna actitud extraña dentro del cuartel. Sin embargo, a su turno, la fiscalía eligió no interrogar teniendo en cuenta que el periodo en el que habían revistado era extemporáneo a los hechos que se juzgan.
Los testimonios que aportó la defensa de Leytes, por su parte, juraron que era un amante de los saltos hípicos, de los caballos, y que en aquella época estuvo muy ocupado en con los campeonatos internos entre cuarteles de saltos a caballo.
Los testigos de Walter Grosse quisieron instalar la versión de que había tenido una licencia por hepatitis y que su mujer estaba embarazada en los meses en los que los secuestrados eran atormentados en Monte Peloni. “Pero no pudieron precisar bien en qué fechas”, consideró Carmelo Vinci. También declaró el cuñado de Grosse, productor agropecuario de la zona. En un tramo del testimonio, su mujer se paró entre el público y se retiró de la audiencia con un grito de “manga de zurdos”.
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