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En Olavarria se desarrolla el juicio por los delitos de lesa humanidad en el centro clandestino de Monte Peloni. Kitsch, la ilustradora de Infojus Noticias, registró los testimonios de las últimas dos audiencias.
Una de las enfermeras del hospital municipal de Cacharí, recordó 37 años más tarde la madrugada en la que tres hombres de traje le dejaron una beba envuelta en una manta y se fueron, sin decir más.
Los delitos sexuales que sufrió Araceli no se limitan al contacto físico. En su testimonio, contó cómo fue obligada a bañarse en un fuentón delante de doce represores encapuchados.
Araceli llegó a la audiencia con el paso seguro, abrigada con un chal violeta, anteojos al modo de vincha y bien maquillada.
Araceli testificó, y sus recuerdos fueron metódicos, milimétricos: recordó nombres y apodos, los asoció a rostros y fisonomías, apartó las brumas del recuerdo hostil y entregó una notable declaración. A Omar “El Pájaro” Ferreyra le dedicó varios pasajes: rememoró cuando los denunció ante las cámaras de televisión, y el ex oficial –reconvertido en funcionario del intendente Helios Eseberry- salió huyendo de las cámaras.
“¿No puede ser mañana?”, preguntaba Araceli mientras el horror dentro del horror se estaba desatando. “Era lo único que se me ocurrió decirles”, insistió. Todo lo que puede recordar es que sólo quería que no fuera en ese momento.
Uno de los pasajes más dramáticos del relato de Araceli tuvo que ver con la suerte de su hermana y de su cuñado, y de su padre y de ella misma y del resto de las personas. Su padre se lo confesó una tarde, ya en democracia, una de las pocas veces en la que surgió el tema: a su padre, secuestrado y torturado, le dieron a elegir cuál de sus dos hijas en cautiverio sobreviviría. “Mi hermana no está y yo sí”, dijo Araceli. “Es uno de los pesos que uno tiene que cargar sobre las espaldas”.
Una de las hijas biológicas de Araceli contó durante el juicio que el cautiverio de sus padres desató toda la tragedia familiar: la relación cambiante con su hermano, por ejemplo.
Néstor Horacio Elizari era la pareja de Araceli Gutiérrez cuando cayeron secuestrados. Nunca volvió a conseguir un trabajo estable. Cerro Negro, una de las fábricas de la zona, lo declaró cesante cuando en rigor estaba desaparecido.
Juan Manuel Ledesma tenía un año y un mes cuando una patota de uniformados levantó para siempre a sus padres. En el juicio, detalló cómo es crecer en la ausencia.
Los hermanos Ledesma –hijos de Amelia Gutiérrez y Juan Carlos Ledesma- declararon ante el Tribunal. Contaron cómo fue el viacrucis de crecer con una familia Mocha.
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