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31-5-2013|18:50|Lesa Humanidad Nacionales
Juan Pablo Errandonea Salvia y Alberto Mechoso, desaparecidos

Plan Cóndor: primeros testimonios de los vuelos clandestinos a Uruguay

Hoy declararon desde el consulado argentino en Montevideo dos familiares de desaparecidos uruguayos que fueron trasladados en los dos vuelos clandestinos en 1976.

Por: Natalia Biazzini

Juan Pablo Errandonea Salvia fue una de las víctimas de los dos traslados clandestinos de Buenos Aires a Uruguay que se dieron en 1976, en el marco del Plan Cóndor. Fueron ejecutados por fuerzas armadas uruguayas. Su hermano, José Ignacio Errandonea, declaró hoy ante el Tribunal Oral Federal Nº1 que juzga la participación de 23 imputados argentinos y un uruguayo.

Desde el consulado argentino en Montevideo, José Ignacio contó que,  en el momento de la desaparición,  Juan Pablo vivía con su hermana en una casa del barrio porteño de Flores. Juan Pablo tenía 21 años y militaba en el Partido de la Victoria del Pueblo (PVP).

“Aunque yo no militaba, me preocupaba mucho la suerte de Juan Pablo y veía que estaba corriendo un riesgo grande”, confió José Ignacio. Tanto él como sus hermanas mayores ya habían estado presos en Uruguay por cuestiones políticas.

El 26 de septiembre del ´76 los militares irrumpieron en la imprenta clandestina donde trabajaba Juan Pablo y se lo llevaron junto a otros compañeros: Raúl Tejera y Adalberto Soba. La imprenta funcionaba en la casa de Soba, ubicada en la localidad bonaerense de Haedo. Adalberto había sido secuestrado horas antes en la vía pública y después fue llevado a la imprenta donde estaba también su esposa Estela Laguna.

“Estela Laguna y sus tres hijos pequeños lo vieron, se lo tiraron envuelto en una frazada. Estaba muy torturado. Laguna y sus hijos fueron trasladados a Orletti, estuvieron en un lugar aparte del resto de los detenidos. En un momento la dejaron ver a su marido, estando en  Orletti. Por esto pienso que mi hermano también fue trasladado a Orletti. En la casa de Soba encontraron mucho dinero, más de un millón de dólares”, relató el testigo.

La defensa hizo énfasis en el origen del dinero. “El dinero salió de un secuestro a una persona de apellido Hertz, holandés creo. Se pagaron diez millones de dólares. Al parecer, después hubo problemas en el reparto entre argentinos y uruguayos”, dijo el testigo.  La defensa quiso saber qué le había pasado a Hertz y quién había pagado el rescate pero nada preguntó del destino final ni quién se quedó con el dinero.

El gobierno uruguayo de Tabaré Vázquez en 2005 le pidió a las Fuerzas Armadas que informasen sobre los desaparecidos. Fuerza Aérea hizo público un informe donde habló de dos vuelos clandestinos de Buenos Aires con destino al barrio montevideano  de Carrasco sin mayores detalles. El primero fue en julio de 1976 donde hubo sobrevivientes y el segundo fue en octubre del mismo año sin sobrevivientes.

El abogado defensor particular, Ricardo Boucherie preguntó cuál era el fin de las agrupaciones políticas uruguayas. “Buscaban una sociedad mejor”, respondió el testigo. “¿Quién le daba el mandato para pensar que se hacía una sociedad mejor con fusiles en la mano?”, insistió Boucherie, quizás sabiendo que no iba a ser respondida. Rápido de reflejos, el fiscal Pablo Ouviña se opuso a la pregunta y el juez Pablo Laufer pidió a todas las partes que no se extralimitaran en sus preguntas y no dio a lugar.

 La otra testigo que declaró hoy fue Beatriz Mechoso, hija del uruguayo desaparecido Alberto Mechoso Méndez. Mechoso era militante en la Federación Anarquista Uruguaya. Había sido detenido en el año ´71 en Uruguay, se escapó del cuartel y se trasladó a Argentina con su mujer. Semanas después llegaron sus hijos Beatriz y Alberto. Se instalaron en una casa de Villa Lugano de la ciudad de Buenos Aires con identidades falsas.

El operativo que secuestró a Mechoso ocurrió el domingo 26 de septiembre. “Seis días antes yo había cumplido ocho años. Mi padre se había ido a una reunión política. Más tarde un grupo de 15 personas, vestidos de civil y armados entraron a mi casa. Nos dijeron que a mi padre ya lo habían detenido. Revolvieron y rompieron todo. Encontraron mucha plata que había escondida y se la llevaron. La casa nuestra fue tomada. Después fuimos trasladados a la casa de Sara Méndez”. Méndez fue una sobreviviente del Plan Cóndor, estuvo secuestrada y fue torturada en el centro clandestino Automotores Orletti.

“Nosotros estuvimos en sala amplia, estábamos los tres solos. Pudimos ver a mi padre, estaba bastante demacrado y esposado. Nos contó que uno de los compañeros había sido atrapado antes, Alberto Soba. Por él se enteraron del lugar y hora de la reunión donde finalmente atraparon a mi padre. También mi padre le pidió a mi madre que denunciase a la persona a cargo. Mi madre hasta el día de hoy conserva el papel con el nombre de esa persona: José Nino Gavazzo. Después habló con mi hermano, le dijo que él debía hacerse cargo de la familia”, contó Melchoso al recordar la última conversación con su papá, 37 años atrás.

Los familiares de Alberto fueron trasladados a Uruguay en un vuelo comercial hasta el 5 de octubre que fueron liberados. El responsable del traslado de la familia fue Gavazzo, que en 2006 admitió haber estado en Orletti. 

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