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Luego de un trabajo de más de dos años, se recolectaron testimonios, fotos, cartas y objetos personales de hombres y mujeres -en su mayoría jóvenes militantes- que fueron asesinados y desaparecidos en ese centro clandestino. Se inaugura esta tarde en el predio de la ex ESMA.
Están sonriendo, abrazándose, sacando fotos o tocando una guitarra. Están con amigos, con sus compañeros o compañeras, con sus hombres o sus mujeres. Están ahí, congelados (y vivos al mismo tiempo), en fotos, en postales. Son niños, adolescentes o jóvenes. Ahí, en su juventud, se frenan las secuencias: eran militantes políticos, tenían un proyecto de país y fueron secuestrados, desaparecidos asesinados para que otro proyecto, bien distinto, fuera el ganador. En esas fotos, combinadas o solas, está parte de su historia que sus familias reconstruyeron en varias postales en tamaño gigante.
Detrás de cada postal hay una historia y un recuerdo. A partir de la palabra de los familiares se reconstruyen detalles de la vida de los detenidos desparecidos: su infancia, su adolescencia, sus intereses, gustos e ideas por el deporte, la música, el arte, su proyecto político. La construcción no es sencilla. Los textos que allí conviven, tanto como las imágenes, fueron elegidos luego de un largo proceso de investigación que permite construir la vida y militancia política de loa detenidos desaparecidos desde una nueva mirada.
“Memorias de Vida y de Militancia” es una iniciativa conjunta entre el Ente Público Espacio Memoria, el Archivo Nacional de la Memoria (ANM) y el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, que, luego de un trabajo de más de dos años, lograron recolectar testimonios, fotos, cartas y otros objetos personales para reconstruir las historias de los hombres y mujeres -en su mayoría jóvenes militantes- que fueron asesinados y desaparecidos en el centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Amada, durante la última dictadura cívico militar. Se inaugura esta tarde en el predio de la ex ESMA.
Luis Kiper
Nació el 2 de febrero de 1937. Se recibió de médico en la Universidad de Buenos Aires. Fue muy reconocido como médico, sobre todo por su dedicación a los más necesitados. Esta labor con los que más necesitaban la desempeñaba incluso los fines de semana en la sala de guardia de la Asistencia Pública de Boulogne, ubicada donde ahora funciona el Centro Cívico de esa localidad.
Kiper fue secuestrado de ese lugar y se lo llevaron con el guardapolvo de médico puesto. Así llegó a la ESMA el 30 de julio de 1977. Tenía 40 años.
Pablo Lepíscopo
Nació el 16 de marzo de 1955, fuel el mayor de tres hermanos y estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires. “Ahí comienza la historia”, dice Ñeca, su mamá. Durante el primer año asistió al campamento del colegio y “volvió ya con la cabeza abierta”. Comenzó a militar en el Frente de Lucha de Secundarios (FLS).
A los 17 años, para seguridad de su familia, “Pisco” –como lo apodaban– decidió ir a vivir a una pensión. Hizo un curso de tornería, empezó a trabajar en una fábrica y se unió al Peronismo de Base (PB). Luego se alejó del PB y se sumó a la Columna Norte de Montoneros. En 1979 empezó a estudiar Sociología, sin embargo su madre cuenta que él ya había elegido otra carrera para su vida: “la revolución”. El 5 de agosto de 1979 lo secuestraron junto a Betina, su pareja, y ambos fueron llevados a la ESMA. Ella fue liberada a los pocos días, Pablo continúa desaparecido.
Daniel Víctor Antokoletz
En su casa siempre se habló de política. El trabajo diplomático de su padre lo llevó de su Córdoba natal a recorrer distintos lugares de Centroamérica. Volvió a los once años y, junto a su familia, se instaló en San Nicolás, donde vivió su adolescencia. Se hizo abogado como Pipo, su abuelo paterno, y defendió a presos políticos.
Los comienzos de su militancia tuvieron una tendencia nacionalista. Decidió muy pronto que el objetivo de su profesión sería ayudar a los demás. Luego se fue acercando a la izquierda; aunque afiliado al Partido Peronista Auténtico, se definía como marxista. El 10 de noviembre de 1976, fue secuestrado en su hogar junto a su compañera Liliana, por un Grupo de Tareas de la ESMA. Daniel aún permanece desaparecido.
Hugo Luis Onofri
El “Loro”, como lo llamaban sus compañeros, pasó la infancia con sus padres y su hermana menor en el barrio de Agronomía. Terminó sus estudios secundarios en el Liceo Militar y empezó la carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. En ese ámbito se acercó a nuevas ideas políticas y fortaleció su compromiso social. Trabajó en la fábrica de chocolates Águila Saint y, cuando fue despedido, donó toda su indemnización para ayudar a personas de La Cava, barrio en el que militaba.
En Beccar participó de la apertura de la Unidad Básica “Ramón Césaris”, donde se coordinaba el trabajo político de varias organizaciones peronistas de la zona. También militaba en Tigre, vinculado a los astilleros. Formó parte de la organización Montoneros y llegó a estar a cargo del Área de Logística a nivel nacional. En 1973 conoció a Ana María, en una “cita” de la organización, a la que ella también pertenecía. “Lo que más lo alegraba era la belleza humana, la gente, los compañeros del barrio… y después le encantaban, sí, las reuniones, el asadito, el vinito, el hogar”, recuerda Ana. Lo secuestraron el 20 de octubre de 1976.
Enrique Berroeta
“Keny”, como lo apodó su abuela, era el mayor de los cuatro hijos de Mila y Henry, una pareja de origen vasco y tradición peronista. Creció en el barrio de San Cristóbal y empezó a militar desde el colegio secundario, en el Nacional Pueyrredón. Fundó AREN (Acción Revolucionaria Estudiantil Nacional) que, incorporada al MAS (Movimiento de Acción Secundaria), después se incorporó a las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y finalmente a Montoneros, donde estuvo al frente de la Unidad Básica Patria Grande, en La Boca.
“Era un vasco étnico, pero era absolutamente criollo”, destaca su amigo Juan. Fumaba pipa y cigarrillos negros, “se levantaba temprano a escuchar ‘La Peña del Camionero’, un programa donde pasaban folclore y tango y contaban cómo estaba la ruta”. Y su pareja, Julia, cuenta que “se empilchaba como si fuera una persona grande, siempre de saco, chaleco, camisas, corbatas”. A los dos los secuestraron el 9 de mayo de 1977. Ella sobrevivió.
Patricia Roisinblit
Creció en el barrio de Boedo, junto con sus padres y su abuelo. Le gustaba pintar y practicaba distintos deportes. En su colegio fue distinguida con el cuadro de honor. Disfrutaba del cine de Bergman, los libros de Benedetti, el rock nacional y el folclore. Con sus amigas iban a los bailes que se organizaban en “Hebraica”.
Estudió Medicina en la UBA y militó fugazmente en el PRT. Poco después se sumó a la Columna Oeste de Montoneros. Ahí conoció a José Manuel Pérez Rojo. El 28 de junio de 1977 tuvieron a su primera hija, Mariana Eva. La disgregación en las organizaciones, provocada por la represión y los secuestros, los hizo alejarse de la militancia. Vivieron 16 meses trabajando en una librería que habían abierto en Martínez, disfrutando del primer año de la beba. Los secuestraron el 6 de octubre de 1978 junto a su hija. La pequeña fue entregada a su familia paterna. Él tenía 25 años, ella 26 y estaba embarazada de 8 meses. Veintiún años después, el joven recuperó su identidad.
María del Carmen Moyano
María del Carmen nació en la provincia de Mendoza, era la menor de tres hermanas. Desde chica todos la conocían como “Pichona”. Practicaba natación, básquet y vóley en el Club Talleres de Mendoza. Sus compañeros la recuerdan como una persona tranquila, callada, pero “que se animaba a las cosas”.
En su adolescencia participó de un voluntariado cristiano, de la agrupación JP 17 de noviembre –que integraba la Juventud Peronista– y luego se incorporó a Montoneros. En abril de 1975, a partir de un allanamiento a su casa, María del Carmen pasó a la clandestinidad y se mudó a la capital de San Juan. Allí conoció a Carlos Poblete, un alto jefe de la organización Montoneros, con quien se casó. Fueron secuestrados en Córdoba entre abril y mayo de 1977. Él tenía 32 años, ella 22 y un embarazo de siete u ocho meses. Dio a luz una beba a fines de junio de 1977, que aún no recuperó su identidad.
Verónica Freier y Sergio Kacs
Nació en octubre de 1955. Creció en una familia cristiana y numerosa, era la segunda de ocho hijos. Verónica solía ser “líder o cómplice de cualquier lío que desatáramos” cuenta su hermana María, con quien jugaba a ver quién leía más libros en menos tiempo. Le gustaba el arte, la música y la lectura. Era “una niña sensible, alegre y despreocupada, decía que de grande iba a ser ‘monja-bailarina’”, recuerda María, “siempre fue pícara, rápida para hacer chistes y “desdramatizar” cualquier situación”. Estudió arquitectura, magisterio e idiomas.
“Vicky” –como la conocían sus compañeros- empezó a militar en una agrupación que respondía al Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR17), que en 1975 se unió al Frente Revolucionario 17 de Octubre (FR17). Más adelante, integró el Movimiento Patria Socialista (MPS), y finalmente se sumó a la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO). Al momento de su secuestro Vicky trabajaba en un estudio de publicidad.
Sergio nació el 18 de septiembre de 1953. Su familia -vinculada al arte- fue una gran influencia para él. Estudió pintura y música, tocaba la guitarra, cantaba y componía canciones que su hermano incluía en sus obras de teatro para niños. “Futbolero de alma”, hincha de Ferro, deslumbraba a sus cuñados al relatar su paso por las divisiones inferiores.
Se recibió de maestro mayor de obras en el colegio industrial “Otto Krause” e ingresó a la Universidad Tecnológica Nacional. Trabajó como dibujante en un estudio de proyectistas de hormigón. Militando en el MR17, el “Negro” conoció a Verónica. “En ese mundo se enamoraron, conjugando una pareja potente, admirable, convencida de la necesidad de realizar cambios sociales profundos”, cuenta su cuñada. Fue secuestrado junto a Verónica el 11 de junio de 1978. Tenían poco más de veinte años.
Luis Delpech
De niño pasaba los veranos en Tandil, junto a su padre, sus seis hermanos, tíos y primos. Mantuvo siempre un gran amor a la tierra y al trabajo del campo. Como todos los varones de la familia, fue al Colegio Champagnat, donde jugó al rugby y formó su grupo de amigos. Todos lo recuerdan como una persona generosa, que sabía escuchar y con quien se podía contar. “Aún cuando hablaba de cosas serias, tenía alguna salida, un chiste”.
Fue Secretario de Asuntos Estudiantiles en la Facultad de Agronomía y militó en una Unidad Básica del barrio. Cuando ingresó a Montoneros, lo hizo con una convicción absoluta en la práctica revolucionaria. Llegó a ser responsable del Área de Prensa, Propaganda y Agitación de la Columna Norte. “No entendía ningún proceso de militancia fuera de lo colectivo, siempre hablaba de un ‘nosotros’”. El 11 de diciembre de 1976 fue secuestrado. Tenía 25 años.
María Marta Vásquez y César Lugones
Eran militantes católicos laicos. Estaban casados y María Marta tenía un mes de embarazo. Fueron secuestrados en su domicilio (Emilio Mitre 1258, piso 11 D) en la madrugada del 14 de mayo de 1976 por personal de la Armada uniformado. Ese mismo día desaparecieron los militantes laicos Beatriz Carbonell de Pérez Weiss, María Esther Lorusso Lammle, Horacio Pérez Weiss, Mónica María Candelaria Mignone y Mónica Quinteiro
Pudo saberse por personas que compartieron su cautiverio y luego fueron liberados, que María Marta y César permanecieron detenidos-desaparecidos en la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí, según el ex marino Adolfo Scilingo, María Marta dio a luz un varón a mediados de enero. La pareja y su hijo continúan desaparecidos.
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