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Es un ex agente del Batallón de Inteligencia 601 que será enjuiciado por integrar una banda dedicada a hacer secuestros extorsivos. También dice ser agente encubierto del FBI. Declaró en tres oportunidades en la causa AMIA y dio detalles sobre cómo había sido financiado el atentado por el gobierno iraní. Sus dichos nunca fueron comprobados por la Justicia.
Hace veintiocho años, cuando Interpol lo buscaba por todo el mundo después de haberse fugado de una cárcel suiza, Leandro Ángel Sánchez Reisse tal vez llegó a pensar que nunca le iban a echar el guante. Los años siguientes, reconvertido en un supuesto agente encubierto a sueldo del FBI, declaró tres veces en la causa donde se investigaba el atentado de la AMIA dando detalles sobre cómo había sido financiado por el gobierno iraní. “Fue el primero que habló del financiamiento específico”, dice una fuente de la causa AMIA. Tres abogados históricos de la causa, dos periodistas que la siguieron de cerca y sobrevivientes del atentado consultados por Infojus Noticias no destacan como memorable su denuncia.
Hoy Sánchez Reisse está preso en el pabellón de represores de la cárcel federal de Marcos Paz. A partir del 26 de febrero, después de 35 años, será juzgado junto a Rubén Bufano y Arturo Ricardo Silze por integrar “una asociación ilícita que se dedicó en los últimos años del gobierno militar, al secuestro de personas con el objeto de cobrar importantes rescates dinerarios”. Luis “El Japonés” Martínez, otro de los integrantes de la banda, quedó apartado por su estado de salud. Los jueces María del Carmen Roqueta, José Martínez Sobrino y Julio Panelo estarán a cargo del Tribunal.
Nacido el 9 de mayo de 1946, cadete del Liceo Militar y licenciado en Publicidad en la Universidad del Salvador, Sánchez Reisse se asoció el 21 de marzo de 1978 con el empresario Fernando Combal. Formaron Urbaires: Combal ponía los recursos y Sánchez Reisse junto a su esposa, Mariana Bosch de Achával, se encargaban de contratar artistas para espectáculos. La sociedad duró seis meses y fue ruinosa para el empresario, porque la pareja viajaba a Europa con todos los lujos pero no conseguían artistas de renombre.
El 8 de mayo de 1979, Combal fue secuestrado a la salida de su financiera FINSUR. Después de andar un rato, en un semáforo, se subieron dos hombres armados. Lo llevaron a una casa donde lo golpearon y le aplicaron picana eléctrica, preguntándole por sus negocios. Mariana Bosch, la esposa de Sánchez Reisse, era la prima de Christian Zimmermann, el segundo del Banco Central. Lo liberaron al día siguiente después de cobrar el mostrar.200.000 del rescate.
La investigación estuvo cajoneada mucho tiempo. No los detuvieron por ese secuestro. El 13 de marzo de 1981 cayeron en manos de la policía de Suiza queriendo cobrar un millón y medio de dólares por el secuestro del banquero uruguayo David Koldobsky, dueño de Cambio América. El juez Carlos Alfredo Oliveri le pareció que había similitudes entre ambos hechos, y pidió una rueda de reconocimiento para Combal, quien señaló en una rueda de reconocimiento a Bufano y a Martínez como sus secuestradores. Hubo un tercer secuestro por el cual se los acusa ahora de formar la asociación ilícita: el de Ricardo Tomasevich y su cuñado Alberto Martínez Blanco, que tenían la financiera “Puente Hermanos SA”.
Testigo contra la CIA
La justicia de Suiza no concedió la extradición que reclamaba la justicia argentina y los condenó en noviembre de 1983 sólo por “tentativa de chantaje”, y no por los raptos. Bufano, Martínez y Sánchez Reisse tuvieron una pena de cuatro años y medio, y las esposas de los dos últimos, Bosch de Achával y Amalia Covas, a dos años y medio. El 5 de noviembre de 1985, Sánchez Reisse no volvió de una de sus salidas de libertad vigilada y desapareció.
En el alerta de Interpol, se lo describía como “un hombre de negocios” de 1,72 de altura, cabello castaño oscuro canoso y ojos verdes grisáceos. En realidad –según contó el periodista Carlos Juvenal que les siguió los pasos durante ocho años y publicó el libro “Buenos Muchachos”-, el prófugo estaba en España, apadrinado por su amigo Raúl Guglielminetti, y luego iría a Estados Unidos. El 12 de febrero de 1987, lo detuvieron en Nueva York.
Para conseguir protección, se ofreció a testimoniar ante la subcomisión de Terrorismo, Narcotráfico y Operaciones Internacionales del Senado de Estados Unidos. El 23 de julio de ese año, presentándose como ex agente de Inteligencia del Batallón 601 del Ejército, habló sobre los negocios sucios de la dictadura con el aval de la CIA. "Trabajé para el gobierno argentino desde 1976 hasta 1981", dijo bajo juramento, según el acta desclasificada de aquella sesión.
Su misión, dijo, fue financiar desde EE.UU. actividades en América Latina para apoyar a los "contras" nicaragüenses y otros grupos paramilitares. Para eso, habían montado junto a Raúl Guglielminetti dos empresas que servían de fachada en la Florida: Argenshow y Silver Dollar, una casa de empeños con permiso para vender armas. Según Sánchez Reisse, habían lavado más de 30 millones de dólares para apoyar la contrainsurgencia en Centroamérica.
A pesar de la confesión, Sanchez Reisse fue extraditado en septiembre de 1987. El 2 de diciembre, el juez Luis Cevasco -actual fiscal general adjunto porteño-, recibió la causa, que tenía 19 cuerpos. El día siguiente, dictaminó que no había pruebas para procesar a Sánchez Reisse y excarceló a Martínez y Bufano, que habían sido extraditados de Suiza.
El secreto de la ruta del dinero
Sánchez Reisse tenía problemas con sus causas judiciales. El 5 de diciembre de 1995, declaró en una comisaría que trabajaba en el área de Narcoterrorismo del FBI “y en la última etapa de la investigación sobre el atentado de la AMIA”. Dijo que “hombres extraños” lo seguían.
La segunda vez fue a declarar el 1 de julio de 1998. Contó ante Galeano que había sido contratado por la DEA y el FBI para investigar el narcotráfico y el lavado de dinero. En una operación encubierta, en 1994, se le ordenó simular la compra de un cargamento de heroína en España a un hombre turco de nombre Jamid Daftari. Daftari –siempre según el testimonio de Sánchez Reisse en el expediente- le dijo que un traficante de armas y drogas llamado André Jansndsttead tenía información “respecto de los hechos sucedidos en la Argentina con relación al atentado de la AMIA”.
A través de Daftari, Reisse se entrevistó dos veces con Jansdntteed en Amsterdam, Holanda, según le dijo a Galeano. Detalló que la "empresa iraní South Beef había hecho un giro de 4 millones de dólares, a través del Republic National Bank of New York, a Ciudad del Este y Montevideo" antes del atentado. Y agregó que ese dinero había sido destinado "a grupos de carapintadas argentinos, que estaban contactados con personal de la Policía Bonaerense para la concreción del atentado".
La tercera vez que Sánchez Reisse compareció para dar detalles sobre la explosión de la mutual judía, estaba preso en el Escuadrón Buenos Aires de la Gendarmería Nacional por los secuestros extorsivos. Dio precisiones sobre el cobro del dinero: dijo que el entonces diputado por el Modin Emilio Morello, ex carapintada, había recibido “4.500.000 dólares en Ciudad del Este, Paraguay sobre un total pactado de 9.000.000 de dólares”. La pista no era nueva: Morello era investigado desde 1995 y había dado explicaciones ante la comisión bicameral que investigaba la voladura. Sanchez Reisse le dijo a Galeano que la información se la había dado su compañero de celda, Carlos “El Indio” Castillo, hoy detenido por los crímenes de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU).
Denuncias sin destino
Una alta fuente judicial consultada porInfojus Noticias oye su nombre, hace memoria, pero ha pasado mucho tiempo. Consulta a un colaborador y cuando vuelve a sentarse, sólo responde:
-Está alcanzado por el secreto del Estado Nacional. Es todo lo que te puedo decir.
-¿Pero tuvo vínculos con la DEA y el FBI?- preguntó Infojus Noticias.
-Te confirmo que no es del FBI.
La versión sobre el financiamiento del ataque que dio Sánchez Reisse en el expediente de la AMIA –hasta donde pudo saberInfojus Noticias- fue una más entre muchas de una causa plagada de pistas falsas, prueba plantada y callejones sin salida.Con esa pista, Galeano abrió uno de los tantos legajos reservados a los que no tenían acceso ni siquiera las querellas.
“Cómo Sánchez Reisse, en una causa donde el trasfondo político es importante, hubieron cientos”, dice la fuente de la causa. Sin embargo, confirma que el legajo está todavía reservado en la fiscalía que dirigió Alberto Nisman hasta su muerte. Esa opacidad impide saber si alguno de los datos que dio Sánchez Reisse era cierto, o si al menos se indagaron a fondo, aunque la conexión carapintada y los policías bonaerenses hayan sido desestimados como autores del ataque por el Tribunal Oral Federal 3 durante el primer juicio oral por encubrimiento.
-¿Sánchez Reisse es un personaje extraño en la causa?- preguntó Infojus Noticias.
El hombre se tomó unos segundos para contestar:
-Esta es una causa de personajes extraños. Esto es AMIA.
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