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20-10-2015|16:32|Lesa humanidad Nacionales
Mar del Plata

Una víctima de la CNU volvió al lugar del que la echaron

El tribunal que juzga a once civiles acusados de conformar una asociación ilícita que persiguió y asesinó a militantes políticos entre marzo de 1975 y febrero del 76, realizó una inspección ocular en el Pasaje Catedral. Allí funcionó la Universidad Católica, que fue centro neurálgico de la política en la primera mitad de la década del ‘70.

  • Diego Feuer
Por: Federico Desántolo, desde Mar del Plata

Elena Arena trabajó en la División Alumnos de la Universidad Católica desde mediados de 1974 hasta septiembre del ’75, cuando bajo amenazas la obligaron a renunciar.  Meses más tarde fue secuestrada, permaneció un mes desaparecida y luego fue “blanqueada” y encarcelada en el Penal de Olmos bajo la Ley 20.840. Después de 40 años, volvió al Pasaje Catedral, su antiguo lugar de trabajo. Le explicó a los jueces cómo era el viejo edificio en aquellos años y rememoró los enfrentamientos entre la tendencia revolucionaria del peronismo y los “fachos” de la CNU.

La cantidad de efectivos de la Policía Federal en la entrada a la Catedral interrumpió la monotonía del microcentro marplatense y despertó la curiosidad de muchos que se acercaban a preguntar qué estaba pasando y el porqué de tanta policía. La ex Universidad Católica estaba ubicada sobre el Pasaje Catedral, una calle interna ubicada al costado izquierdo de la iglesia que une las calles San Martín y Rivadavia. En el edificio que todavía conserva gran parte de la fachada antigua, funcionaba el rectorado en planta baja y la Facultad de Derecho, en el primer y segundo piso.

Arena trabajaba en la oficina de Alumnos y tenía relación con María del Carmen “Coca” Maggi, la decana de la Facultad de Humanidades, secuestrada y asesinada por la CNU. La testigo vivió todo el proceso en el cual la Concentración Nacional Universitaria quería que la Universidad católica se fusionara con la Provincial y de esa manera poder expulsar a toda la tendencia revolucionaria del ámbito universitario.

Piantoni

La oficina de Alumnos estaba a pocos metros de la puerta de entrada a la Universidad. Allí, casi todos los días, Elena atendía el teléfono y recibía una amenaza de bomba. La testigo recordó que la reacción siempre era la misma. “Tomábamos la documentación y los libros y salíamos corriendo hacia el Obispado, ubicado enfrente, del otro lado del pasaje”, y señaló el lugar a los jueces, fiscales y defensores.

En algunas ocasiones, la CNU concurría al Pasaje Catedral en un claro signo de provocación. Arena los recuerda con el bombo, palos y manoplas dispuestos a pelear. Algunos de los integrantes de la patota, hoy están en el banquillo de los acusados. “Raúl Viglizo, Gustavo Demarchi, Mario Durquet, Fernando  Delgado, “bigote” Gómez, los hermanos Arenaza y Piatti eran algunos de los que iban a amenazarnos. Incluso hasta su muerte, Piantoni encabezaba el grupo”, explicó.

La inspección ocular, se realiza en el marco del primer juicio a civiles acusado de comer crímenes de lesa humanidad antes del golpe de Estado de marzo de 1976.  Para los fiscales, los once acusados, conformaron una asociación ilícita comandada por el ex fiscal Gustavo Demarchi destinada eliminar a opositores políticos vinculados a la tendencia revolucionaria del peronismo. En este primer juicio se investiga la participación de los imputados en lo que se denominó el 5 x 1: la madrugada del 21 de marzo de 1975, los integrantes de la CNU vengaron la muerte de su líder, el abogado y empresario Ernesto Piantoni, emboscado y asesinado por un comando de Montoneros. Durante la noche mataron al cirujano Bernardo Goldemberg, al teniente primero (RE) Jorge Videla, sus hijos Jorge y Guillermo y a Enrique “Pacho” Elizagaray, hijo del senador provincial del Frejuli, Carlos Elizagaray, y referente de la JUP marplatense.

A los crímenes cometidos la madrugada del 21 de marzo de 1975, se sumaron el asesinato de Daniel Gasparri y Jorge Stoppani el 25 de abril de ese mismo año y el secuestro y posterior homicidio de María Del Carmen Maggi, el 9 de mayo.

O por las buenas, o por las malas

Arena recordó que le había dicho a Maggi que se cuidara, que se tomara una licencia porque ya había recibido varias amenazas. Pero no se fue. No tenía militancia política en ninguna organización y creía que por eso no le iba a pasar nada.

Después del secuestro de Maggi, Arena llegó a la Universidad y las autoridades le aconsejaron que se fuera porque corría peligro su vida. La CNU comenzaba a ganar terreno. En septiembre asumió como autoridad de la Universidad Católica, el cura  Norberto Sorrentino, quien llegó para facilitar la integración de las dos universidades. Entre sus labores estaba la de hacer que algunos empleados renunciaran y Arena estaba en esa lista.

En la primera reunión. Arena dijo que no se iría y siguió con su trabajo. La segunda entrevista no fue tan cordial: “Lo que yo no consigo por las buenas, otros lo consiguen por las malas”, le advirtió el cura. La testigo entendió el mensaje y se fue. El noviembre del 75, Arena fue secuestrada y permaneció un mes desaparecida. Luego fue “blanqueda” y encarcelada en el penal de Olmos. El fiscal de su causa fue Gustavo Demarchi, el acusado de liderar la banda de asesinos de la CNU.

La muerte de los floristas

La inspección ocular comenzó en la esquina de la peatonal San Martín y Mitre. Hace 40 años allí se emplazaba un kiosco de flores. Desde ese lugar se podía ver quien entraba y salía del Pasaje Catedral.

El puesto estaba a cargo de Ricardo y Juan Tortosa, padre e hijo. Según el testigo Julio D’Auro, un día después del secuestro de “Coca” Maggi, los Tortosa le dijeron que ellos sabían lo que había pasado con la decana. “Yo sé quiénes son. Son la gente de CNU. Los abogaduchos se la llevaron”, le dijo Ricardo.

El 30 de mayo de ese año, Ricardo Manuel (54) y Juan Manuel Tortosa(29) fueron asesinados. Los cuerpos aparecieron en Camet y mostraban muchas heridas de bala, signo característico de la CNU.

FD/PW

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