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En septiembre, la abuela volvió a enviarle un mensaje a su nieta, a quien buscó desde el mismo día en que la secuestraron. “El fatal 24 de noviembre de 1976, día que te sacaron de tu casa tenías una hernia de ombligo”, escribió María Isabel Chorobik de Mariani. Era una forma de interpelarla. Reproducimos la nota publicada en ese momento.
“Mi querida Clara Anahí, ¿sabías que desde tu nacimiento aparentabas más edad? Hasta tus 3 meses eras una beba de tamaño grande”. Con esa pregunta —y esa respuesta— María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, inicia una nueva interpelación a su nieta, Clara Anahí Mariani Teruggi. La carta, publicada hace 36 horas en el muro de Facebook de Chicha (María Isabel Chorobik), ya fue compartida 2123 veces. Allí, la abuela da los detalles físicos de su nieta que podrían haber sobrevivido al paso del tiempo: “El fatal 24 de noviembre de 1976, día que te sacaron de tu casa tenías una hernia de ombligo que estaba tratando tu médico pediatra. Además, tenías casi recién puesta la vacuna antivariólica, que puede haberte quedado algo lastimada, porque tu abuela paterna inadvertidamente te la rozó con la toalla después de bañarte. Debe haber quedado una cicatriz en la parte superior del brazo, cerca del hombro”.
A dos meses de cumplirse los 39 años desde la desaparición de Clara, la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo y abuela paterna vuelve a llamarla por las redes sociales. Le pide que la busque, que —donde quiera que esté— se compare con cuatro fotos que acompañan el texto de la carta. Una, la primera, es la imagen icónica de la beba en todos estos años: ella con sus escarpines rosas tejidos, su enterito del mismo color y su delicado saquito blanco. Ella y una sonrisa incipiente, un pelo lacio cayendo en mechitas sobre la frente generosa, sentada en la silla mecedora en un jardín lleno de cardos. Las otras tres son menos conocidas, dentro de la casa. En todas está cubierta de prendas de lana: a veces posada sobre un sillón, en otra la sostienen unos brazos. “Pocas veces te escuché llorar, tenías un carácter muy alegre, siempre te estabas riendo”, le cuenta su abuela en el posteo.
Daniel Mariani y Diana Teruggi, los padres de Clara, eran militantes montoneros y vivían en una casita fuera del centro de la ciudad de La Plata. La mañana del 24 de noviembre, Daniel salió temprano para Buenos Aires, donde trabajaba. Diana estaba en casa con su hija y otros cuatro militantes: Juan Carlos Peiris, Daniel Mendiburu Elicabe, Roberto Porfirio y Alberto Bossio. Alrededor de la una y media de la tarde, cientos de soldados y policías rodearon la manzana y atacaron durante cuatro horas ininterrumpidas la casa de la calle 30 —conocida también como la casa de la Resistencia—. Ramón Camps y Miguel Etchecolatz siguieron el operativo en terreno. En el fondo, solapada por un criadero de conejos y oculta tras una pared corrediza, estaba la imprenta más importante de la organización, donde se imprimía la revista Evita Montonera. Una pericia de Gendarmería determinó que el boquete que quedó en la fachada de la casa sólo pudo abrirlo un proyectil de energía sinética, un obús de 76,2 milímetros disparado desde un tanque Scherman o un proyectil con carga hueca lanzado con un lanzacohetes.
Las evidencias sobre Clara
Aunque la versión de los máximos jefes del terrorismo de Estado —el ex comisario Etchecolatz lo repitió el año pasado en el juicio por los crímenes de La Cacha— es que no hubo sobrevivientes pero sobran las pruebas de que Clara salió con vida. Se la llevó en brazos un miembro de la patota.
Un oficial de la comisaría quinta —con jurisdicción sobre la casa—, dijo que el cadáver de la nena no figuraba en el sumario que, después, desapareció. Chicha se entrevistó con el comisario Osvaldo Sertorio, que le aseguró que estaba viva y agregó: “Probablemente ya le cambiaron la identidad y ya tiene otros padres. Pregunte en la Unidad Regional”.
La Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) investigó a la obstetra de Diana, Esperanza Gurevich. Tiempo después, el registro médico fue borrado y era la documentación que ayudaría a comprobar la identidad de la nena.
Además, José María Montes, uno de los sacerdotes que casó a Daniel y Diana, quiso confortar a Chicha y le aseguró que “la beba está bien”. Agregó: “Deje tranquila a la gente que la tiene. Usted tiene que rezar y dejar que transcurra el tiempo”. El investigado capellán Emilio Graselli le dijo que su nieta había sido ubicada “muy alto”.
“Ya tienes 39 años y tu número de documento probablemente sea cercano al 25.476.305 con el que te anotamos”, le cuenta ahora, Chicha. Fue la única que nunca lo dudó. “Es una especie de rompecabezas que debemos armarlo entre las dos. Por favor ayúdame a encontrarte, lo necesito”, le pide.
LB/PW
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