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24-7-2013|18:30|Lesa humanidad CórdobaProvinciales
Era enjuiciado en la megacausa La Perla

Murió Laborda, el represor que quería un ascenso por sus crímenes

El ex teniente coronel estaba siendo enjuiciado por una privación ilegítima de la libertad y cinco homicidios calificados en el debate oral por crímenes en La Perla, Córdoba. En 2004 confesó sus crímenes ante el entonces jefe del Ejército, Roberto Bendini. Estaba enojado porque la Junta de Calificaciones de Oficiales le había rechazado su ascenso a coronel.

  • Laborda, en el centro con traje oscuro, en una audiencia por el juicio de La Perla. Télam.
Por: Laureano Barrera

El lunes, por un cáncer terminal en el Hospital Militar Central Cosme Argerich, se esfumó una vaga esperanza de que en Córdoba se rompa judicialmente el pacto de silencio. Murió el ex teniente coronel Guillermo Enrique Bruno Laborda, que estaba siendo enjuiciado por una privación ilegítima de la libertad y cinco homicidios calificados en el debate oral por crímenes en La Perla. Hoy, su abogado Hugo Burgos los comunicó al Tribunal Oral, y cuando la familia le envíe el certificado de defunción, será cerrada la causa judicial que lo involucraba.

Laborda, de profesión abogado, confesó con crudeza en 2004 los crímenes en los que participó en la guarnición militar de Córdoba. Lo hizo mediante un reclamo administrativo en una carta enviada al entonces jefe del Ejército, Roberto Bendini, despechado porque la Junta Superior de Calificaciones de Oficiales le había rechazado su ascenso a coronel. En la misiva relataba, con lujo de detalles, los crímenes que “la oficialidad superior le ordenó hacer cuando era subteniente y teniente”, durante la dictadura cordobesa.

Pero no todo salió como lo había planeado: Bendini le negó el ascenso y presentó la carta en la Cámara de Apelaciones de Capital Federal. Ese cuerpo lo giró a la justicia cordobesa, donde había cometido esos crímenes, que lo procesó por ese documento entrecruzado con otros relatos de sobrevivientes.

“Era uno de los únicos que había confesado”, dijo a Infojus Noticias Julia Parodi, integrante de HIJOS Córdoba.  “Los hechos que confesó coinciden con las muertes de otros casos que luego fueron investigados por la justicia”, agregó. Por otros testimonios y pruebas dispersas, se infirió que el militar se refería a los secuestros, tormentos y muerte de José Carlos Perucca; Rita Ales de Espíndola, quien se encontraba embarazada y cuyo hijo fue restituído a sus familiares antes de ser fusilada en La Perla; Daniel Santos y Pascual Héctor Ortega López, y Raúl José Suffi.

“Pudo ser un sentimiento de omnipotencia o impunidad, pero también una advertencia para sus superiores de que podía romper el pacto de silencio y contar que hicieron con los desaparecidos y los bebés nacidos en cautiverio”, dijo la integrante de la organización que sigue paso a paso el juicio en el Diario del Juicio.

Pero en sede judicial, cuando tuvo que comparecer, el teniente coronel dijo que la carta firmada de su puño y letra había sido “un rapto de emoción violenta porque había muchos antecedentes inexistentes que la Junta de Calificaciones sacaba a relucir”, según le dijo su abogado defensor, Hugo Burgos, a Infojus Noticias. “Esa carta fue valorada para procesarlo, junto con otras pruebas”, agregó. Laborda había sido excarcelado en 2008 por la cuestionada Cámara de Casación Penal.

“A mediados del año 1978, cuatro elementos masculinos terroristas fueron trasladados por personal de Inteligencia a un camino secundario próximo a la Ruta Nacional Nro 9, cercano a la localidad cordobesa de Ferreyra. Con la presencia de nuestro Jefe de Batallón, la Plana Mayor y Oficiales Subalternos, procedimos a dar muerte a balazos, por separados, a los cuatro condenados subversivos. Era de noche y por las circunstancias propias de una ejecución a sangre fría, todo fue brutal”, escribió en el pedido de ascenso el asesino confeso.

En otro tramo, refiriéndose a Rita Espíndola, que había dado a luz un día antes de su ejecución, confesó: “Por su activa participación en una de esas bandas de terroristas (Montoneros), fue condenada a muerte debido a su probado accionar en actos de sabotaje en el desarrollo del Campeonato Mundial de Fútbol. Su traslado al campo de fusilamiento de la Guarnición fue lo más traumático que me tocó sentir en mi vida. Nuevamente y a órdenes del Jefe de la Unidad, el entonces TENIENTE CORONEL SOLARI (sic) y todos los oficiales designados, procedimos a fusilar a esa terrorista. Nunca supe el destino del niño o niña, que un día antes de la muerte de su madre, naciera en el Hospital militar de Córdoba.”

Laborda en diciembre de 1976 se desempeñó en el Batallón de Comunicaciones 141 en Córdoba, y actuó como "número" en operativos del Destacamento de Inteligencia 141 en "La Perla" y otros lugares dependientes del Ejército. En las primeras audiencias, cuando se le dio la oportunidad, se negó a tomar la palabra por teleconferencia desde el Hospital. Dijo que iba a hablar en persona, frente al Tribunal, más adelante. Pero el tiempo y la biología le dieron su punto final.

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