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5-6-2013|19:06|Justicia Nacionales
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Entrevista luego de su renuncia a la entidad

Jorge Auat: “La Asociación es la última trinchera de la corporación judicial”

Tras presentar su renuncia a la Asociación de Magistrados, el titular de la Unidad Fiscal de Coordinación de causas de Lesa Humanidad habló con Infojus Noticias. "Este poder Judicial anquilosado, lejos de la gente, no tiene más vigencia en tiempos democráticos", dijo.

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Por: Franco Lucatini

"La Asociación de Magistrados", dice el fiscal Jorge Auat, “es la expresión del espíritu corporativo del funcionamiento del sistema”. Auat es el titular de la Unidad Fiscal de Coordinación de causas de Lesa Humanidad. Habló hoy con Infojus Noticias luego de presentar su renuncia a la entidad que reúne a magistrados y demás funcionarios del Poder Judicial.  En una carta que envió al organismo, asegura que, entre otras cosas, lo motivó a alejarse “la suscripción en forma inconsulta del documento del 6 de diciembre de año 2012 bajo la fachada del reclamo de independencia judicial, cuyo espíritu corporativo se da de bruces con el principio que se alega defender". En diálogo con Infojus Noticias, puso como ejemplo la inacción de la asociación frente al caso del juez Otilio Romano, acusado por delitos de lesa humanidad, socio de la entidad. Y asegura que el proceso de debate que se abrió alrededor de la Justicia "no tiene vuelta atrás".

-¿Por qué renunció a la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional?

-Es preocupante la falta de comunicados que reflejen preocupación por tener jueces imputados por los crímenes más atroces en sus filas. No realizaron pronunciamientos en torno a jueces y funcionarios que militaban por la impunidad de los procesos, aún en tiempos de democracia. Hubo jueces que obstaculizaban el avance de las investigaciones: los de Jujuy o Mendoza son ejemplos claros. Aún en el caso de un juez prófugo, como Otilio Romano, que fue socio de la entidad. El silencio y la inacción de la asociación en casos como ese, sin pronunciamientos en torno a la conducta de esos jueces, marca claramente su espíritu corporativo. Defendían a sus socios aun cuando hubiesen participado de los crímenes más aberrantes.

-¿Cómo reacciona esa entidad ante las reformas judiciales?

-La asociación es la expresión del espíritu corporativo del funcionamiento del sistema. Es la trinchera donde se alojan y se defienden los intereses de la corporación judicial. Su posición ante las reformas está definida, expuesta y publicitada a partir de los comunicados y lo que reflejan los medios. El escenario se presentó así, entre un sector que quiere profundizar la discusión de un modelo y otro que se resiste a discutirlo porque representa resabios del conservadurismo. La Asociación de Magistrados es la última trinchera que le queda a la corporación judicial.

-¿Qué otras críticas le realiza a la entidad?

-El comunicado de la Asociación del último 6 de diciembre, donde exhortan a la conservación del sistema, con el ropaje o la fachada de la independencia judicial, lo único que expresa es el espíritu corporativo. Ese comunicado los lleva a aislarse aún más de la sociedad. Buscan una zona de exclusión, no sólo marcando los límites con los otros poderes, sino malversando el concepto de independencia al sólo efecto de producir un cerco de protección a la corporación. Es el concepto de independencia operando como una especie de anillo de Saturno de la corporación. El reclamo en sede judicial contra los proyectos de reforma es una deslegitimación absoluta de la Asociación que representa a los jueces. Hay una comunidad de intereses entre la Asociación que hace la presentación judicial y el juez que la tiene que resolver. Es absurdo, un verdadero desparpajo en el uso y manejo del poder que detentan. Un tema claramente excluyente de la sociedad toda, que queda reservado pura y exclusivamente al manejo de la corporación.

-¿Cómo se vincula la corporación judicial con otros poderes fácticos?

-Hay que mirar el funcionamiento y la configuración del sistema en claves ideológicas. El espíritu corporativo tiende al vínculo con otro tipo de poderes reales. El funcionamiento encriptado del sistema es el que hace posible esta patología. Funcionar de espaldas a la gente permite la operación de los poderes reales. Si uno empieza modificando la configuración del paradigma judicial para ponerlo de cara a la sociedad, el propio mecanismo de transformación lleva como consecuencia colateral la transparencia. Cuando hablamos de ampliar el número de consejeros hablamos de salir del cono de sombras, está en discusión la opacidad del Poder Judicial. La transparencia no es sólo comunicar al justiciable el estado de las causas, es mucho más que eso.

-¿El Poder Judicial tiene un vicio democrático de origen?

-Nunca fue atravesado por la democracia. Funcionó siempre, incluso en tiempos dictatoriales. Los otros dos poderes fueron intervenidos por los golpes de Estado, que desalojaban al titular elegido por el pueblo para instalar un presidente de facto. Los parlamentos eran intervenidos, eran suprimidos. El único poder que sobrevivió a esas circunstancias, en todo tiempo histórico, es el Poder Judicial, y así fue la transición a los tiempos de la democracia. Antes del 10 de diciembre de 1983 eran funcionarios de la dictadura y desde ese día eran funcionarios y magistrados de la democracia. Claramente al Poder Judicial no lo atravesó la democracia, y lo más grave es que aunque se renovaron muchos de sus miembros, no se modificó su paradigma de funcionamiento. Las aguas cambian pero el río es el mismo.

-¿Qué propone Justicia Legítima ante esa configuración corporativa?

-La principal bandera es abrir el debate hacia el conjunto de la sociedad. Ese es prácticamente el verbo que lo distingue. Buscamos interpelar desde adentro al sistema judicial en una sinergia con el conjunto de la sociedad, es una interpelación desde adentro y afuera. Abrir las puertas del sistema de administración de Justicia hacia la sociedad para que conozca lo que pasa en el intramuros de los abogados. La propuesta nuestra es clara, ni siquiera pretendemos producir transformaciones radicales ni modificaciones inmediatas, sino que sea un mojón, una piedra angular de donde se comience a discutir el modelo que queremos. Este poder Judicial anquilosado, lejos de la gente, de espaldas a la sociedad no tiene más vigencia en tiempos democráticos. Es su principal causa de desprestigio.

-¿Hay precedentes significativos de este fenómeno?

-En la historia del Poder Judicial nunca se dio una propuesta de debate y discusión interna como se está dando en este momento. Justicia Legítima es eso: una propuesta de debate, de discusión, y es inédito. En la medida que nuestra propuesta se vaya legitimando, uno de los efectos será la renuncia de los socios de la Asociación de Magistrados, como expresión de la voluntad de no pertenecer más a un organismo que tiene la responsabilidad de esta patología. A los enrolados en la Asociación les debe producir algún ataque de tos este movimiento.

-¿Cuál es el perfil de juez que existe hoy y cuál propone Justicia Legítima?

-Es falsa la idea de un juez con neutralidad ideológica, es mentirosa. El juez aséptico no existe. Hay que acercarlo al conjunto de la sociedad, conocer la complejidad y dimensión de los conflictos desde la vida real. Queremos el perfil de un juez comprometido con el conjunto de la sociedad. Un juez consonante con la estrategia general de la propia sociedad a la que pertenece. Estos cambios tienen mucho que ver con la reivindicación de la política como valor y herramienta del pueblo para ser protagonista, que resurgió en estos últimos 10 años, desde el gobierno de Néstor Kirchner. Es la consecuencia forzosa del devenir histórico, absolutamente armónica con el contexto político, histórico y social que vivimos en una Argentina del siglo XXI, con una democracia consolidada. Es un tiempo histórico absolutamente novedoso para nosotros. Y no hay retrocesos, este proceso no tiene retorno. 

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