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15 de Marzo 2016 - 20:59 hs
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19-6-2015|7:05|Lesa Humanidad Nacionales
La justicia les entrega hoy una orden a las familias para la restitución de los restos

“Mi padre murió llorándola y mi madre, aferrada a su pañuelo”

Lo dijo a Infojus Noticias Ana, hermana de Lila Rosa Gómez Granja. Lila, su novio Alfredo Felipe Sinópoli y dos estudiantes y militantes de la JUP, Ricardo Saibene y Luis “Lucho” Santillán, fueron secuestrados en 1975 por el Comando Libertadores de América, la versión cordobesa de la Triple A. Estuvieron desaparecidos hasta marzo, cuando el EAAF identificó a los cuatro en el predio de La Perla. Sus familias, más cerca de tener sus restos.

  • Lila Rosa Gómez Granja. Foto: Infojus Noticias.
Por: Sebastián Ortega

Lila Rosa Gómez Granja y Alfredo Felipe Sinópoli, “Freddy”, se conocieron estudiando Medicina en la Universidad de Córdoba. La presentación en familia fue el 13 de julio de 1973. Aquella noche, ella entró al cumpleaños de 15 de su hermana del brazo de Freddy. Dos años y medio después una patota paramilitar del Comando Libertadores de América (CLA) -la versión cordobesa de la Triple A- los secuestró junto a otros dos estudiantes y militantes de la Juventud Universitaria Peronista, Ricardo Saibene y Luis “Lucho” Santillán.

Hoy a las diez de la mañana, el titular del Juzgado Federal N°3 de Córdoba, Hugo Vaca Narvaja, recibirá a los familiares los estudiantes. Les entregará la documentación que confirma que el 20 de marzo pasado el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó los restos de los militantes que habían sido hallados en uno de los hornos de La Perla, el centro clandestino de detención más grande del interior del país. También les dará una orden que permitirá –más adelante- la restitución de los restos. El genetista Carlos Vullo les explicará a los familiares cómo se realizaron los cotejos de ADN.

El horno está ubicado cerca de la estancia La Ochoa –dentro de las 15 mil hectáreas de La Perla- donde Luciano Benjamín Menéndez, ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, pasaba sus fines de semana. Esa fue la segunda tumba de los estudiantes. Allí el EAAF encontró huesos astillados y quemados, partes de cráneos y un pedazo de tela de color blancuzca. Los investigadores creen que antes habían sido enterrados en otro sitio, luego desenterrados y llevados allí para reducirlos en la hoguera. Este mediodía, los familiares visitarán el lugar. Solo podrán acercarse a uno de los tres hornos. En los otros dos, miembros del EAAF todavía trabajan en busca de más restos.

“Siento mucha tristeza”, dijo a Infojus Noticias Ana Gómez Granja, hermana de Lila. La mujer vive en el barrio San Vicente de la ciudad de Córdoba, es artesana, tiene tres hijos y más años de los que tenía su madre, Lilia Rosalía Granja, cuando desaparecieron a su hija mayor. “Siento tristeza por los que lucharon y ya no están: mi padre, que murió llorándola, y mi madre, aferrada a un pañuelo de ella”. Antes de morir, en 2010, Lilia Rosalía pudo dejar una muestra de sangre, que se usó para confirmar el ADN de los huesos hallados.

Alfredo Felipe Sinópoli, “Freddy”.

El “regalo de cumpleaños”

Unos días antes de cumplir 15 años, Ana recibió una carta de Lila, su hermana mayor, que se había mudado a la ciudad de Córdoba para estudiar medicina. “Encontré lo que buscaba, te lo presento cuando vaya a Villa Dolores, es mi regaló de cumpleaños”, leyó. El 13 de julio 1973, Lila entró a la fiesta de su hermana del brazo de Freddy Sinópoli. Los jóvenes siguieron de novios. Dos años después planeaban comprometerse. Tenían los anillos y la ropa lista. La fecha elegida era el 26 de diciembre de 1975, entre medio de las fiestas, una vez que hubieran terminado de rendir los exámenes.

Los primeros días de noviembre, Lila y Freddy viajaron a Villa Dolores. “Se pasaron el mes entero estudiando. El 26 de noviembre se fueron a Córdoba para rendir”, recordó su hermana. Esa fue la última vez que se vieron. Un saludo breve y los deseos de un buen examen. El padre acompañó a la pareja hasta la terminal de colectivos.

La mañana del 6 de diciembre, previo al examen, Lila y Freddy se juntaron con otros dos compañeros, Ricardo Saibene y Luis “Lucho” Santillán. La patota al mando de Héctor Pedro Vergez, alias Gastón o Vargas los levantó mientras charlaban en el Parque Sarmiento, al pie del monumento del poeta Dante Alighieri.

En el megajuicio La Perla-Campo de La Ribera la sobreviviente Graciela Geuna contó como el represor Luis Manzanelli les había relatado la captura. “Nosotros salíamos del (Batallón) 141 y vimos a estos boludos que se les ocurrió caminar por el Dante, siendo jóvenes y con el pelo largo... Los secuestramos y los matamos”.

Ricardo Saibene.

La “Lista del Nabo”

Los nombres deGómez Granja, Sinópoli, Santillán y Saibene formaban parte de la lista que el militar Ernesto “Nabo” Barreiro entregó el 10 diciembre del año pasado al Tribunal Oral Federal N°1, que desde hace más de dos años lleva adelante el megajuicio. En la “Lista del Nabo” figuraban las 19 personas que podrían haber sido enterradas en La Perla y en Campo de la Ribera.

Edgar “Cacho” Santillán cuenta que en su casa nunca supieron de la militancia de su hermano “Luis “Lucho” Santillán. “Hoy me sorprende todo lo que están diciendo. Era un chico tranquilo, que no se metía con nada. Yo nunca lo he visto con esa gente”, contó a Infojus Noticias tiempo atrás, al enterarse del hallazgo de los restos de Lucho. Cuando dice “esa gente” se refiera a los militantes de la Juventud Universitaria Peronista.

A Luis le gustaba el deporte: nadaba y jugaba al básquet. A veces trepaba a caballo el cerro Crestón en su Metán natal, en Salta, y se quedaba ahí arriba por días. Al terminar el secundario se mudó a Mendoza. Quería ser profesor de Educación Física. Estudió dos años, pero un problema en su columna lo marginó de la carrera. Luis tomó una decisión: se mudó a Córdoba y se anotó en Medicina.

Luis “Lucho” Santillán.

En diciembre de 1975 “Cacho” Santillán aceptó un trabajo como chofer. Debía manejar un camión cargado con madera desde Metán, al sur de Salta, hasta Bahía Blanca. Tenía 25 años. Hizo un alto en Córdoba para visitar a su hermano Luis, dos años mayor.

“Ese día hemos charlado toda la mañana”, recordó Cacho. “Después el Lucho me regaló un paquete de cigarrillos Fontanares con Filtro para el viaje en camión. El plan era dejar la carga en Bahía Blanca y visitarlo con más tiempo a la vuelta”. El segundo encuentro nunca existió. A su hermano lo secuestraron a los pocos días. Mañana, a 39 años de su desaparición, podrá ver por primera vez sus restos.

SO/RA

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