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8-3-2014|12:12|Lesa Humanidad Nacionales
Un testimonio conmovedor en la megacausa ESMA

“Soy un sobreviviente, o un desaparecido reaparecido”

El físico Mario Villani estuvo detenido-desaparecido durante tres años y ocho meses y pasó por cinco centro clandestinos. Hasta 1985 tuvo controles telefónicos por parte de los militares. Desde 2003 vive en Miami y desde allí declaró esta semana en el juicio por la ESMA y relató cómo los marinos lo obligaron a vender su casa, para quedarse con la plata.

  • Villani fue secuestrado por la Federal en 1977. Foto: Gentileza La Voz del Interior / P. Castillo.
Por: Natalia Biazzini

Mario Villani fue un damnificado directo del robo de inmuebles por parte de los marinos durante la última dictadura. Como adelanto de la causa Chacras de Coria, que investiga el robo de propiedades de los desaparecidos, en el juicio por la megacausa ESMA, la fiscalía le pidió al ex detenido desaparecido que hablara sobre su caso: fue obligado a vender la casa que tenía en Ramos Mejía. “En una escribanía el comprador me dio un sobre con dinero efectivo. No recuerdo la cifra: pongamos como ejemplo 30 mil dólares, por decir. Cuando subimos al auto los represores sacaron 5 mil dólares y los repartieron entre ellos. Me dijeron que en la ESMA dijera que la vendí a 25 mil dólares. Se ‘mejicaneaban’ entre ellos”. Villani nunca recuperó su casa.

El 18 de noviembre de 1977, Villani salió de su casa de Parque Patricios en su Fiat 600. Había recorrido tres cuadras y frenó en un semáforo en rojo. Ahí una patota de la Policía Federal lo rodeó y lo llevó secuestrado al centro clandestino El Olimpo. De ahí fue trasladado a cuatro centros donde pasó los siguientes tres años y ocho meses de su vida: Club Atlético, Banco, División Cuatrerismo de Quilmes y ESMA. Fue salvajemente torturado y vio compañeros morir.

Hasta 1985, Villani tuvo controles telefónicos de parte de los militares. Por todas las torturas recibidas en los centros clandestinos le quedaron secuelas físicas: está ciego del ojo derecho y tiene severos problemas cardíacos. En 2011, publicó el libro Desaparecido. Memorias de un cautiverio, con prólogo del jurista Eugenio Raúl Zaffaroni. El dato lo mencionó en el juicio y las primeras palabras que asoman en el texto marcan su descripción: “Soy un ex desaparecido, un sobreviviente, o si se quiere un desaparecido reaparecido”.

Como Villani declaró en el juicio anterior de ESMA, esta vez solo tuvo que responder precisiones que le pidieron los fiscales, querellas y defensores. Es lo que se llama “el traslado de la prueba”, para que no contase su historia otra vez y evitar ser revictimizado. En esta oportunidad lo hizo por videoconferencia desde el consulado argentino en Miami. En esa ciudad vive desde 2003.

Durante su declaración, Villani utilizó el concepto de “campo de concentración” para referirse a los centros clandestinos de detención. Quizás sea porque vio que muchos de sus compañeros eran “trasladados”, un eufemismo que utilizaban los marinos para la palabra asesinar, para hablar de los vuelos de la muerte. Villani elaboró un listado que alcanzó a 166 víctimas. Allí volcó los datos de esenciales: nombre, apellido, apodo, lugar donde lo vio y fecha aproximada. Este informe le sirvió a los familiares y a la Justicia para reconstruir historias y casos judiciales.

La fiscal ad hoc Mercedes Soiza Reilly le preguntó sobre la relación entre la Armada y el Ejército. “Aunque había campos controlados por la Policía Federal, como el Olimpo, todo estaba controlado por las Fuerzas Armadas”, dijo Villani.  

También le preguntaron por su paso en la isla El Silencio, en el delta. En 1979, los marinos habían traslado a un grupo de prisioneros de la ESMA a ese lugar, que pertenecía al Arzobispado de Buenos Aires. Lo hicieron para burlar los controles de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que viajó ese año a la Argentina a fiscalizar denuncias a los derechos humanos. El año pasado la Justicia realizó la primera inspección ocular a la isla.

Le costó recordar fechas y nombres de las personas con las que había viajado en lancha. “Pasaron muchos años”, se excusó. El abogado defensor Guillermo Jesús Fanego se atrevió a preguntarle por sus “actividades deportivas y laborales durante su estadía” en la isla. El público en la audiencia saltó de las butacas. “No estaba de vacaciones, era un desaparecido”, gritó alguien. Villani no respondió.

Al igual que en todas las audiencias, el represor Ricardo Miguel Cavallo estaba presente en la audiencia, tomando notas en su notebook. Jamás mira a los testigos que están presentes en la sala. Esta vez, al ser por videoconferencia, se animó y levantó la cabeza. Se quedó por segundos mirando la pantalla. Lo hizo varias veces. Quizás recordaba el rostro de Villani, un poco más joven, de aquellos años en la ESMA.

Durante las casi dos horas de declaración, Villani dio nombres de secuestrados y torturadores. Habló de los represores: Orlando González Acuña alias Hormiga; Claudio Orlando Pittana alias Fafa; y Antonio Pernías alias Rata. Villani fue secuestrado a los 38 años. Era físico y en la ESMA lo utilizaron para hacer trabajo esclavo, reparar electrodomésticos. Una vez lo llamaron para reparar una picana. Al principio se negó, pero cambió de idea cuando los torturadores le aplicaron corriente directa a los secuestrados. Entonces la arregló bajándole la descarga.

En las declaraciones está prohibido leer. Los testigos tienen que apelar a su memoria, pero en algunos tribunales permiten consultar anotaciones. El TOF 5 no permite que los testigos miren papeles como tampoco deja que el público exhiba fotos con los rostros de sus víctimas.

Sobre la mesa del consulado, Villani tenía unas hojas con anotaciones. El TOF le advirtió que no podía leer. Mientras hablaba sobre los represores, el defensor oficial Fernando López Robbio se molestó porque los dedos de Villani tocaban las hojas. Y se lo hizo saber al tribunal. A sus 75 años, Villani testimonió muchas veces en Argentina y también en Francia, España, Italia sobre estos nombres de torturadores que le aplicaron picana sobre su cuerpo y su espíritu. Y ayer le hicieron sentir que hacía trampa. No fue justo. Aunque la querella de la organización Justicia Ya protestó, el presidente del TOF, Daniel Obligado pidió que se aparten las hojas de la mesa.

-Usted dijo que los altos mandos visitaron la ESMA. ¿A qué fueron?- interpeló Fanego.

-No sé, parece que iban de visita. Pero pregúnteles a ellos, mejor.

“No ha sido fácil para mí esta declaración. Me significó un gran esfuerzo en mi mente. Es bueno porque se está avanzando hacia el lado de la Justicia”, finalizó Villani. El público lo aplaudió de pie.

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