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Las últimas audiencias giraron en torno a un tema exclusivo: la apropiación extorsiva por parte del Ejército de tres empresas del grupo Mackentor. Fue la última causa que se incorporó al copioso expediente del juicio más importante por delitos de lesa humanidad en Córdoba. Entre otros, declaró el principal accionista de la empresa, Natalio Kejner.
En el juicio por la megacausa de La Perla, en Córdoba, no fue una semana más. Al incorporarse la causa Mackentor, las audiencias se concentraron en una peculiaridad: la investigación de delitos económicos ligados a los hechos represivos cometidos en aquella provincia durante la última dictadura militar. En tal sentido, declararon los primeros testigos por la apropiación extorsiva por parte del Ejército de tres empresas del grupo Mackentor. Entre otros, testimoniaron las víctimas, Angel Sargiotto y Enzo Manassero, junto al periodista Fabián García, un testigo de concepto que está por publicar un libro sobre el caso. Luego, fue el turno del principal accionista de la empresa, Natalio Kejner. Las audiencias retornarán el miércoles próximo.
El caso MacKentor revela el vínculo íntimo entre el poder económico y la dictadura. Ángel Sargiotto figura como la primer a víctima de la causa, y era personal directivo en dicha empresa. En abril de 1977 una patota entró a su casa. A la búsqueda de armas, sólo encontraron algunos libros que calificaron como "subversivos". Después de allanar su departamento, lo llevaron a la oficina de Mackentor, en el centro de Córdoba, donde también secuestraron algunos papeles.
-Nunca tuve intervención política. Yo solamente tuve actividad empresarial- dijo ante el Tribunal.
Cuando lo trasladaron al Centro Clandestino Campo de la Ribera, pudo ver que allí también se encontraban varios integrantes de la empresa. "Siempre tuve problemas coronarios, pedí tomar mis pastillas. Al principio fueron correctos, y me lo administraban. Después no", testimonió. Luego lo pusieron en una celda con Marcelo, el administrador de la empresa, y a dos ingenieros, Ramis y Zambon, ya fallecidos como los otros tres integrantes de Mackentor que quedaron más tiempo en La Ribera.
-¿Sobre qué lo interrogaban?- preguntó el fiscal.
-Sobre supuestos vínculos de la empresa con los guerrilleros. Todas las mañanas me levantaban para interrogarme. Por supuesto, yo negaba todo –recordó.
Cierto día, los militares se levantaron furiosos y dijeron que, si seguía callando, lo iban a fusilar. "Me trataron de lacra mentiroso, me pusieron contra una pared y cuando dijeron 'Fuego!' no pasó nada”, dijo. Sargiotto permaneció cuatro meses detenido y luego fue sometido a un Consejo de Guerra que lo condenó a 6 años de prisión. Salió de una cárcel de La Plata en diciembre de 1980.
Luego fue el turno de Enzo Manassero. Contó que tenía 22 años, en su casa de Buenos Aires, cuando una patota irrumpió en abril de 1977. "Me preguntaban por la actividad de mis padres, ellos llegaron cuando la patota estaba allí. Nos robaron muchas cosas, y después nos mandaron en un avión a Córdoba, a Campo de la Ribera. Allí dormíamos en un salón, en colchonetas en el piso". Doce días después del secuestro, fue liberado junto a su madre. Su padre no correría la misma suerte: estuvo privado de su libertad durante 3 años y medio, sufriendo torturas de todo tipo. También es víctima y testigo en esta causa. Enzo fue interrogado varias veces sobre sus actividades en Mackentor, donde había empezado como cadete, a los 17 años.
También testimonió el periodista Rubén Fabián García, quien investigó durante años el caso. Consultado por el Tribunal, esbozó su punto de vista: "No me cerraba el argumento esgrimido por el Ejército, de que era una empresa ligada a organizaciones guerrilleras. A lo largo de la investigación he investigado sobre la hipótesis de que hubo otras motivaciones para la expropiación". El periodista trazó un paralelo entre el caso Mackentor y el caso Graiver, dueños de Papel Prensa. Si bien se trataba de rubros absolutamente distintos, ambos estaban involucrados en el funcionamiento de importantes sectores económicos. "Sin la participación del Estado Terrorista no hubiera sido posible realizar la expropiación. Estas empresas formaban parte de una estructura que no era aceptada por el gobierno de la dictadura".
El periodista dijo que la empresa Mackentor, de capitales argentinos, tenía una concepción de involucrar a los socios en el trabajo cotidiano. "Pocas veces he escuchado de un directivo instalado y trabajando en una obra de construcción", señaló. Además, mencionó la estrategia para enfrentar la competencia en el sector: las acciones se habían distribuido entre empleados y personal directivo. "Por supuesto que Kejner era accionista mayoritario, pero aquella era la forma que había encontrado para garantizar competividad".
En una audiencia posterior, tomó la palabra Natalio Kejner, vía teleconferencia desde México, donde vive desde su exilio. Con 89 años, contó que "la empresa fue despojada de todos sus bienes en una forma realmente cínica, dejando a la empresa sin poder alguno”.
A la hora de detallar la persecución militar, el mayor accionista de Mackentor explicó: "Me negaba a operar con las lógicas corruptas de la Cámara Argentina de Construcción. Todos eran accionistas, mis empleados y mi personal directivo, por eso nos trataron de subversivos". Dijo que pertenecían a una “burguesía” que quería hacer crecer la industria nacional y romper el monopolio de la construcción. "Era una empresa con una concepción en que valoraba para el país la importancia de las empresas nacionales. Las motivaciones de los militares fueron destruir esta concepción. Era peligroso para Menéndez".
No sólo padeció los efectos del gobierno de facto. La post dictadura, contó, lo dejó en las ruinas. “La democracia argentina llevó a la quiebra de la empresa", dice en referencia a los gastos del Juicio "Mackentor contra el Estado Argentino por daños y perjuicios". Luego contó que su hermana, Marta, quedó a cargo de la empresa cuando tuve que irse del país. Ella también fue detenida en las cárceles de Córdoba.
Ante la sorpresa del público, Luciano Benjamín Menéndez tomó la palabra, se defendió y comprometió a la justicia. Dijo que sólo procedió a detener y entregar a la justicia a los miembros de una empresa señalada por “subversiva”. Y agregó: "Es raro que los únicos involucrados sean los militares que realizaron la detención. Mis subalternos tienen que ver con esto mucho menos que yo, pero es sorprendente que no haya imputados miembros de la Justicia, que ordenaron la detención y decidieron la quiebra de la Empresa".
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