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La desaparición de Roberto Daniel Suárez y el secuestro y los tormentos sufridos por María Cecilia Mazzetti forman parte de la denominada “megacausa”, que comenzó este viernes en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe. La misma contiene la mayor cantidad de víctimas del terrorismo de Estado en la capital provincial.
El 24 de mayo de 1976, dos meses después del golpe militar, Marcía Cecilia Mazzetti, de 16 años, y Roberto Daniel Suárez , de 21, decidieron casarse. Los dos militaban en el peronismo. Cecilia en la Unión de Estudiantes Secundarios. Roberto en la Juventud Universitaria Peronista. El temor de ser detenidos en el Registro Civil de Santa Fe los llevó a contraer matrimonio en la localidad de San Vicente, a 103 kilómetros de la capital provincial.
Tenían decidido mudarse a San Nicolás o Rosario. Pero no pudieron: en agosto de 1976 Cecilia fue detenida en un operativo conjunto del Ejército y la policía. Había cumplido 17 años y disfrutaba de un reciente embarazo. Estuvo detenida en la Guardia de Infantería Reforzada y fue torturada en la Comisaría 4º. Después pasó a estar a disposición del Poder Ejecutivo.
Roberto esquivó una serie de operativos en los que intentaron capturarlo, pero cuando supo que su esposa había dado a luz en cautiverio decidió salir de la clandestinidad y se presentó para hacer el servicio militar obligatorio. El 1 de agosto de 1977 lo enviaron a repartir unas invitaciones por el aniversario del Batallón de Anfibios 601, de Santo Tomé, donde estaba haciendo la colimba. Una mujer lo vio subir a un colectivo de línea. Nunca más se supo de él.
La desaparición de Roberto Daniel Suárez y el secuestro y los tormentos sufridos por María Cecilia Mazzetti forman parte de la denominada “megacausa”, que comenzó este viernes en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe y que contiene la mayor cantidad de víctimas del terrorismo de Estado en la capital provincial. En ambos casos los imputados son dos: Jorge Roberto Diab, ex jefe del Destacamento de Inteligencia 122, y Juan Calixto Perizotti, coordinador del Área 212 y jefe de la Guardia de Infantería Reforzada.
Hábeas corpus en favor de Suárez, en la que no se hace lugar a la presentación. La firma Brusa, ex juez federal.
El secuestro de Cecilia
Cecilia sufrió torturas en la comisaría 4º, en la que solía presenciar los interrogatorios Víctor Hermes Brusa, secretario del juez Fernando Mántaras. Años después Brusa no dio lugar al hábeas corpus por el pedido de paradero de Suárez. Luego, en democracia, llegó a ser juez federal. En 2009 fue condenado a 21 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad.
“No sé cuánto tiempo estuve insconciente después de las torturas. Les dije que estaba embarazada. Un médico me hizo un tacto y me dijo que no. Era el Doctor De Marchi (ya fallecido). Quizás haya sido una pequeña ayuda negar que estaba embarazada. Todavía no estaba legalizada, estaba desaparecida, y quizás él sabía lo que estaba pasando. A partir de ahí pasé a estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”, afirmó Cecilia.
Empezó el embarazo con 52 kilos y lo terminó con 49. Para poder llegar al parto le hicieron una transfusión de sangre en el hospital Cullen. Por su estado tenía que ser sometida a una cesárea. Pero la llegada del dictador Jorge Videla y su esposa a la ciudad lo impidió: Alicia Hartridge de Videla recorrería junto a las Damas de Beneficencia el hospital. “Escuché a los médicos que decían que, pese a que el parto en esas condiciones no podía hacerse, no podían abrir el Banco de Sangre para hacerme una cesárea, porque todo tenía que estar intacto ya que esta señora iba a visitar el hospital días después”, recordó.
Por esos días el diario El Litoral destacaba dos hechos: la elegancia de la primera dama, que vestía “un tailleur de pollera y chaqueta en hilo color celeste agua con camisa floreada en tonos de verde y celeste”; y que “pese a las estrictas normas de seguridad que rodearon la visita del presidente Videla, El Litoral fue recibido por el mandatario nacional”. Apenas unas horas después del asesinato de Rodolfo Walsh, tras publicar su histórica “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar”, el vespertino también elogiaba la “cordialidad” de Videla.
Rodrigo Sebastián nació el 24 de marzo de 1977. “Mi mamá siguió detenida, por lo que a mí me entregaron a mis abuelos. Me dejaban visitar a mi mamá cada 15 días. Me desnudaban, me dejaban en un lugar abierto al aire libre, en invierno. Yo estaba 20 minutos con ella con un ataque de histeria, porque no la reconocía como mi mamá. Fue así un tiempo hasta que empecé a tener problemas respiratorios y no me llevaron más”, contó Sebastián.
Cuando Cecilia recuperó su libertad Sebastián tenía 20 meses de vida: “Yo no la había visto nunca, era una persona extraña que venía a separarme de mis padres, por decirlo de una forma, que eran mis abuelos. Fue muy jodido para mí y para ella”, agregó.
Cecilia Mazzetti (esposa), Olga Barrera de Suárez (madre) y Sebastián Suárez (hijo), descubriendo la placa homenaje a Roberto Suárez, en enero de este año (Foto: Araceli Paz- Ministerio de Defensa).
La desaparición de Roberto
Tras el secuestro de su esposa, Roberto Suárez se refugió en la casa de algunos compañeros y evitó la captura, ya que en septiembre el Ejército realizó un allanamiento en su casa paterna. Recién volvió a tomar contacto con su familia en enero de 1977. En abril tomó la decisión de volver a su hogar. Cansado de escapar y sabiendo que su hijo había nacido en cautiverio, se presentó para hacer el servicio militar, ya que permanecía en carácter de desertor.
Acompañado por su madre, Olga Barrera de Suárez, se dirigió al Distrito Militar de Santa Fe. Lo asignaron al Batallón de Anfibios 601, Sección Barcazas B, en Santo Tomé. Su superior directo era el Suboficial Principal Mario Carmelo Ferger. Pocos días después Suárez le envió un mensaje a su madre en un papel: “Si algo me pasa, Ferger es el responsable”. Además, le comentó a sus familiares que en varias oportunidades lo paraban frente a la tropa reunida y los oficiales lo ponían como ejemplo de lo que no se debía ser: un subversivo.
El lunes 1 de agosto de 1977 una vecina lo vio en el centro de Santa Fe, subiendo a un colectivo de la línea 14, con un paquete en la mano. Suárez no regresó a la hora habitual. Olga se dirigió al Batallón y pidió hablar con Ferger. Le exigió que haga la denuncia de que su hijo no había regresado. “Esperemos hasta mañana, ya que puede haberse ido con alguna chinita”, le contestó el militar. La madre negó tal posibilidad y le preguntó dónde lo habían mandado. Ferger respondió que había salido para llevar unas invitaciones por el aniversario del Batallón a un Teniente en la zona de la costanera.
Ya en democracia, llegó una denuncia anónima ante la CONADEP. Según el legajo 1421 “se presenta un individuo, aparentemente que revistó como suboficial del Ejército, y manifiesta que, habiendo visto en el diario la foto de Suárez y la denuncia de su desaparición, comparece para decir que el mismo fue asesinado por el entonces Jefe de dicho Batallón Coronel José Tidio Lagomarsino de León, con su pistola calibre Nro. 9, con un tiro en la cabeza, complicando en el caso a los oficiales Candioti y De Gracia. Este suboficial denunció también que al cadáver lo envolvieron en una lona verde, lo subieron en una barcaza y cruzaron el río a una isla, regresando luego en la barcaza sin el cadáver”.
El amigo de Julio Grondona
El Candioti mencionado en esa denuncia anónima es Alberto Julio Candioti, que en ese momento cumplía funciones en el Batallón de Anfibios de Santo Tomé. Integró además el Batallón de Inteligencia 601. En democracia se recicló como dirigente deportivo: llegó a ser vicepresidente de Colón y asesor personal de Julio Grondona en la AFA. Durante el menemismo tuvo una meteórica carrera en el área jurídica del Registro Nacional de las Personas. Se alejó de la esfera pública y hasta 2012 fue asesor jurídico de UTTA (Unión de Trabajadores del Turf de Argentina) y OSPAT (obra social del personal del turf).
Actualmente está detenido por otras causas. Estuvo prófugo hasta que cayó en Montevideo, el 23 de mayo de 2013. Actuó en La Cacha (en el mismo período en el que allí nació Guido Carlotto), Brigada San Justo y el Pozo de Banfield. No era un oficial menor: fue Jefe de la Sección Comando y Servicios del Destacamento de Inteligencia 101. De su propio legajo se desprende que cumplió las funciones especificadas por las siglas S1 (Personal), S2 (Inteligencia) y S3 (Operaciones). Las querellas pidieron su imputación, al igual que la de Camilo Ferger (superior de Suárez), pero el juez Reinaldo Rodríguez no hizo lugar a esos pedidos.
Homenaje
En su libro “El Escuadrón Perdido”, el ex Capitán del Ejército, José Luis D'Andrea Mohr, registra la desaparición de 129 conscriptos secuestrados durante la última dictadura militar. Entre ellos, Roberto Daniel Suárez. El 11 de enero de este año se colocó una placa en su homenaje en el Batallón de Anfibios 601, de Santo Tomé. Durante más de 38 años el Ejército lo consideró un desertor, hasta que desde el Ministerio de Defensa, durante la gestión de Agustín Rossi, se admitió lo ocurrido: fue secuestrado y desaparecido por sus propios superiores.
NL/JMM
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