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Así lo dijo Fernando Rule, que estuvo detenido en el D2. Al igual que la semana anterior, testimoniaron sobrevivientes de ese centro clandestino. Reconocieron a represores y reforzaron la acusación sobre el desempeño judicial, particularmente de los ex jueces Guillermo Petra Recabarren y Rolando Carrizo.
En Mendoza fue el turno de las audiencias 23 y 24 por el megajuicio de delitos de lesa humanidad, que tiene como protagonistas a los ex jueces Otilio Romano y Luis Miret entre los 41 imputados. Al igual que la semana anterior, volvieron a testimoniar los sobrevivientes del centro clandestino D2. Los testimonios de Nélida Correa, Fernando Rule, Rodolfo Molinas y Oscar Gil se centraron en la identificación de represores en sus cautiverios y reforzaron la acusación sobre el desempeño judicial, particularmente de los ex jueces Guillermo Petra Recabarren y Rolando Carrizo.
En la audiencia 23, testimoniaron Nélida Correa y Fernando Rule, ambos indagados por la muerte de Miguel Ángel Gil, militante de Montoneros. Gil fue detenido en el D2, una cárcel clandestina que funcionaba en el Departamento de Información 2 de la policía mendocina. Allí fue interrogado bajo tortura y sufrió una grave herida en su pierna derecha, que desembocó en una septicemia. A la medianoche del 22 de febrero de 1976, murió por la infección.
Nélida Virginia Correa también militaba en Montoneros y fue detenida en noviembre de 1979 y trasladada al D2. Entre quienes la secuestraron identificó al represor Juan Agustín Oyarzábal, quien ya tiene dos condenas a prisión perpetua. La testigo ofreció un dato relevante cuando contó que uno de los carceleros del D2 le dijo: “Mirame bien la cara. Si vos me ves en la calle matame porque si no, te mato yo” y tras ello le reclamó a uno de sus superiores: “Jefe, déjeme que me la lleve a Las Lajas”, expresión que convalida ese espacio de la IV Brigada Aérea como campo de exterminio.
Además, Correa trabajó en la Penitenciaría de Mendoza y le tocó atender a la madre de Miguel Ángel Gil. Dijo que alcanzó a ver un bulto, que sería el cuerpo de Gil. Años después se reencontró con la mamá de Miguel, quien le contó que al cadáver de su hijo se lo entregaron sin uñas en las manos y en los pies. En cuanto a su relación con los jueces imputados, relató que fue llevada del D2 a un despacho de la Justicia Federal. Allí le tomó declaración un secretario y luego se presentó Guillermo Petra Recabarren como defensor. Le exhibieron una foto de Emilio Assales –desaparecido en la ESMA- y allí escuchó, de voz de Petra: “Ése está cortando margaritas debajo del suelo hace rato”.
Fernando Rule estuvo detenido en el D2. Contó que una vez intentó que el juez Rolando Carrizo le tomara la denuncia de las visibles torturas sufridas: “A ver, carajo, si me entiende. Me va a decir lo que yo quiero que conteste.. y guarda…!, a ver si cuando sale de acá pierde el pellejo”, amenazó. Ante semejante actitud, Rule se abstuvo de declarar.
El testigo señaló que además de aquel encuentro con Carrizo tuvo contacto con Gabriel Guzzo, Jorge Garguir y Guillermo Petra Recabarren. Éste último lo visitó en La Plata, en condición de defensor; al igual que el exjuez Carrizo, quería hacerlo hablar de su militancia y no del trato recibido. “Cuénteme la verdad –le dijo- tiene que responder ante la Justicia con la verdad, para que pueda morigerar su condena”, le dijo el magistrado.
Por otra parte identificó a Oscar Bianchi y Pedro Linares como dos de los carceleros que ejercían liderazgo a la hora de la tortura. Finalmente, describió su pensamiento sobre el accionar de la Justicia en la dictadura: “Aquí, bajo la consigna de defender a la patria, asesinaron, torturaron, violaron, robaron bebés y desaparecieron personas y los jueces que cuidaron a los culpables, son igual de culpables”.
Mugriento, descalzo y con pantalón de mujer
En la audiencia 24 y por videoconferencia declaró Rodolfo Molinas, detenido en una razia contra miembros y simpatizantes del Montoneros en febrero de 1976. En dicho operativo fue asesinado Miguel Ángel Gil y se agredió gravemente a Marcos Ibáñez, éste último fallecido por las agresiones recibidas después de ser trasladado a la cárcel de La Plata.
Molinas fue secuestrado de su casa -que compartía, circunstancialmente, con Marcos Ibáñez-. Sufrió graves torturas y luego fue indagado por el juez Rolando Carrizo.
-Estaba mugriento, descalzo y con un pantalón de mujer cuando llegué a su despacho- dijo.
El detenido solicitó al ex magistrado que le diera dos días para reponerse porque estaba aturdido, pero que Carrizo optó por cerrar el asunto consignando que “se abstuvo de declarar”. Molinas agregó que su estado era “deplorable” y le faltaban los dientes. Sin embargo, un médico de apellido Corradi hizo un informe diciendo que no presentaba lesiones. Molinas fue condenado por un Tribunal Militar a diez años de prisión sin haber tenido contacto con él.
Luego fue el turno de Oscar Gil, que testimonió por la muerte de su hermano Miguel Ángel. Relató que se encontraba de viaje cuando la víctima fue secuestrada, pero que regresó un día antes de que recibieran el cadáver, acompañado de un informe médico que consignaba su fallecimiento por septicemia. Recordó que la entrega se hizo en la morgue judicial. Aunque no lo vio, otros familiares le dijeron que Miguel, de contextura robusta, “estaba consumido. Interrogado por las gestiones para dar con su paradero, recordó que recurrieron a Carlos Rico Tejeiro porque eran amigos del barrio. El policía, hoy detenido por su participación en la represión ilegal, les respondió que no sabía dónde estaba.
El lunes 16 se reinicia el debate. Están citados a declarar Guido Actis, Ivonne Larrieu, Alberto Muñoz y Stella Ferrón.
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